Por: José Arizala
Los griegos antiguos fueron dos veces grandes, construyeron una sociedad envidiable, que nos invita a ser imitada y lo hicieron sin tener un ejemplo conocido al cual seguir, como lo dijo el historiador Meier:” Los griegos no tenían griegos a los que emular”. No nos referimos a sus adelantos materiales, ciudades, templos, puertos, murallas, flotas marítimas, poderío militar, etc. Grecia es grande por las formas de vida de sus pueblos: de Jonia, Macedonia, Ática, Esparta, Creta, Rodas, Sicilia y por el poder intelectual de sus filósofos, dramaturgos, grandes trágicos. Como lo anticipó Nietzsche, la tragedia creó a Grecia. En la hondura de su dolor encontraron la profundidad del espíritu del hombre. ¿Quién ha descrito mejor la condición humana que Sófocles?
En el siglo V a.C. Grecia conoció la cúspide de su civilización. Y un hombre la interpretó cabalmente, Pericles, un político libre gobernante de hombres libres. Su gran acierto fue impulsar la democracia. Continuador de la obra que inició Efialtes, asesinado en el 461. Para los griegos la democracia no fue solo el kratos-demos, sino una manera de vivir, de actuar, de pensar, en cierto sentido era superior a la democracia contemporánea. No se trataba solo de votos, aunque sin este veredicto la democracia no existe, sino de la capacidad de participar cada ciudadano, con autonomía, con los otros, en la solución de los problemas del Estado. Una manera de convivir, de tratar al vecino, amigo o no, compatriota o extranjero, hombre o mujer, pobre o rico, estratega o simple combatiente de a pie, disciplinado en la falange que avanza al asedio de la ciudad enemiga o en las naves que despliegan sus velas en dirección a los imperios vecinos.
Pericles nació en 495 a.C. y murió en 429 a.C. Supongo que al presidente Uribe Vélez se le hará la boca agua cuando sepa que Pericles fue reelegido como estratega 15 veces! No obstante Pericles que tanto contribuyó a la convivencia pacífica de los atenienses, participó de una política exterior belicista, expansionista, que comprometió a su pueblo en largas, costosas y sangrientas guerras, que a la postre llevaron a Atenas a la decadencia, después de un florecimiento económico y cultural sin precedentes. Entre los contemporáneos de Pericles podemos mencionar a Sócrates, Protágoras, Herodoto, Sófocles, Eurípedes, Fidias, entre otros.
Durante su gobierno se tomaron medidas que ampliaron el poder de la ciudadanía. Cambió el Areópago al transferir sus poderes de control sobre los magistrados a la Asamblea, al Consejo de los 500 y a los tribunales populares, extendiendo la isonomía a los procedimientos judiciales; se le concedió más entidad a las leyes, tratados, convenios, convenciones en general, y valores ciudadanos, en una palabra, al nomos; se facilitó la elegibilidad de los ciudadanos más pobres y se instituyeron los mysthoi ( el pago de los jornales dejados de ganar por los más pobres al asistir a las sesiones de Asambleas y tribunales).Así nacieron las dietas parlamentarias.
Aunque nos cueste aceptarlo, las guerras imperialistas impulsadas por el gobierno ateniense trajeron prosperidad material a amplios sectores populares. Fenómeno que se repetirá varias veces en la historia universal y que nos correspondió presenciarlo en el Siglo Imperial Norteamericano ( el s. XX).
Gracias al historiador Tucídides conocemos la versión de uno de los discursos más famosos de la historia pronunciado por Pericles como Jefe de Estado en una ceremonia fúnebre. Esta publicado en su libro Historia de la guerra del Peloponeso, Alianza Editorial, 1989). Es un discurso de gran aliento en el cual elogia a los muertos de la guerra, sin mencionar nombres propios, como representantes del conjunto de la sociedad ateniense que se debe a sí misma ese reconocimiento por sus hazañas, valores e ideales. Se enorgullece de su Constitución que es modelo para otras ciudades, de su gobierno democrático. “Amamos la belleza con economía y amamos la sabiduría sin blandicie y usamos la riqueza más como ocasión de obrar que como prepotencia de palabra. Y el reconocer que se es pobre no es vergüenza para nadie.(…) Resumiendo, afirmo que la ciudad toda es Escuela de Grecia y parece que cada ciudadano entre nosotros podría procurarse en los más variados aspectos una vida completísima con la mayor flexibilidad y encanto”
Finalmente diremos de Pericles que fue uno de los políticos atenienses más cercanos a la filosofía. Amigo de Zenón de Elea, de Protágoras de Abdera, de Anaxágoras. No consideraba una pérdida de tiempo dialogar un día entero con alguno de estos pensadores. Fue, también, gran amigo del músico Damón, con quién aprendió de la armonía y el ritmo. Platón dice de Pericles que Anaxágoras abasteció su mente de saber astronómico y que aquel “sacó de ello lo que le era útil para el arte del discurso”. Cómo buen orador Pericles tenía el don poetico: “La ciudad ha perdido a su juventud, es como si el año hubiese perdió su primavera”.