lunes, 27 de febrero de 2012

La nueva filosofía alemana (XXIII)

Como lo hemos anotado anteriormente, la filosofía francesa abre un nuevo capítulo en el pensamiento europeo; el movimiento de la Ilustración se extenderá por todo el continente con un impulso arrollador, al igual que los ejércitos napoleónicos, de España a Rusia, del Mediterráneo a los Mares del Norte. Mientras tanto Alemania comienza a elaborar una nueva tendencia filosófica, el Idealismo Alemán, sustentada en el romanticismo, el río secreto que corre debajo del firme territorio de la razón.

Esa nueva tendencia filosófica se inspira en el  empirismo inglés que ve la utilidad “como la esencia de las cosas”, influencia de Hume y luego de Rousseau. Descartes ya había hecho un corte profundo entre la extensión y el pensamiento, mostrando la profundidad de lo existente, la distinción entre lo infinito y lo finito, entre lo concreto y lo especulativo, entre lo material y lo espiritual. Lo infinito se desplaza al campo de la abstracción y de lo incomprensible.


"Esa nueva tendencia filosófica se inspira en el  empirismo inglés que ve la utilidad 'como la esencia de las cosas', influencia de Hume y luego de Rousseau"


Los alemanes comienzan a apartarse de su filosofía insustancial, de bajo vuelo. De temas derivados de la religión como “la eternidad de las penas del infierno, la bienaventuranza de los paganos y la contradicción entre la rectitud de la conciencia y la propiedad”, dice Hegel. Mientras que los franceses hacían valer las determinaciones finitas frente a lo infinito, el sano sentido común, la experiencia, los hechos de la conciencia, apartándose de la metafísica, “del entendimiento seco y muerto”  de los filósofos alemanes de entonces. 

Hasta que Kant le da un vuelco vital a la filosofía en Alemania, que ya estaba en marcha en el resto de Europa. En otras palabras, el impulso de la razón se fortalece y viene acompañado de la subjetividad, de la libertad del espíritu: “Cuanto más se encierra dentro de sí la razón humana más de aparta de Dios, más se amplía el campo de lo finito. La razón es el uno y el todo y es, a la par, la totalidad de lo finito” (Hegel, Las lecciones de la historia de la filosofía ya citadas, t. III, p.405 ).

Sin embargo, Dios continúa presente como representación de la unidad, la unidad del pensar y del ser. Pero esta unidad  carece de pensamiento porque Dios no es el pensamiento mismo. De allí que ahora se afirme que la unidad resida dentro del pensamiento, pertenece a la conciencia. Quiere recobrarse a Dios que había sido apartado por la Ilustración, lo que harán Kant (hasta cierto punto), Fichte, Schelling y el propio Hegel. Dando origen  a uno de los segmentos más brillantes y profundos del Idealismo, a la filosofía Clásica Alemana.

En el siglo XVIII se inicia un importante desarrollo económico en Alemania, que le permite acortar la distancia que la separa de Inglaterra y Francia y una mejor comprensión de la Ilustración francesa, acoplando ésta a las condiciones propias,  sin que la Ilustración alemana alcance el coraje y la intensidad de la francesa, lo que se percibe en su búsqueda de la convivencia del saber y la fe, de la ciencia y de la religión.

El capitalismo se extiende por toda la Europa Occidental, sustituyendo al régimen feudal; proceso fuertemente impulsado por la revolución francesa de 1789 -1794. Estos dos acontecimientos: el avance del capitalismo y el estallido de la revolución, entre otros, permite la elaboración de un nuevo pensamiento político y filosófico creado en gran medida por la burguesía. Ideas que generan  un gran entusiasmo en la nueva clase dirigente para impulsar el desarrollo de la economía y, al mismo tiempo, las luchas de las clases trabajadoras por sus reivindicaciones económicas, sindicales y políticas.

El gran desarrollo de la filosofía alemana va acompañado de un auge cultural extraordinario, como lo demuestran las obras  literarias,  entre otras, de Schiller y Goethe, de gran belleza y profundidad humana, verdaderos cantos a la libertad.

lunes, 13 de febrero de 2012

La elegancia del erizo

Tan extraña como su título es esta novela de Muriell Barbery. La leo en su sexta edición castellana (Seix Barral, Editorial Planeta colombiana. 2011). En Francia se han vendido más de 600.000 ejemplares. La autora es profesora de filosofía, pero el personaje central del libro es una portera de un edificio burgués de la calle Grenelle No. 7. Una de sus escasas contertulias es Paloma, una niña de 12 años, esquiva y talentosa. Las une la soledad y el amor al arte, cualidades que descubren a través de un tercer personaje, un hombre venido del Oriente, fino y cordial, director de cine, de rica sensibilidad.  Le Figaró  habló de este cuento largo como “moderno y refrescante”; Le Express, “divertido e inteligente”; Le Nouvel Observateur, de “humor devastador”.

“A pesar de que los temas del libro son aparentemente intrascendentes están salpicados de filosofía. Se citan autores famosos y pensamientos de innegable hondura


Tangencialmente se relacionan los vecinos del elegante edificio. Percibimos sus modales burgueses, sus rivalidades y egoísmos, vistas  por la mirada intensa y certera de Renée, una mujer de 54 años, la mayor parte de ellos vividos en el fondo de un cuarto oscuro, sin más compañía que sus gatos amados.

El preámbulo del texto comienza con una breve mención a Carlos Marx, pronunciado por uno de los jóvenes del apartamento de los Palliéres y que escucha la portera: “Marx cambia por completo mi visión del mundo”. Este joven parisino nos recuerda a los rebeldes que participaron en los “acontecimientos” de mayo del 68. Él es heredero de una antigua familia industrial, “último bufido de la gran burguesía de negocios”. El joven lo dijo lleno de felicidad, sin prever que la modesta mujer que lo escuchaba podría entender. “¿Qué pueden comprender las masas trabajadoras de la obra de Marx? Su lectura es ardua; su lenguaje, culto; su prosa sutil; y su tesis compleja. Y entonces por poco me delato como una tonta – Deberías leer La ideología alemana.- le digo a ese papanatas. Con esa lectura podemos comprender por qué está Marx equivocado. Una portera no lee La ideología alemana […] Que pueda leer a Marx para elevar su espíritu es una incongruencia que ningún burgués llega a concebir siquiera. Para éste quien lea a Marx es porque le interesa la subversión y le vende el alma al diablo llamado CGT”, (la principal central obrera de Francia).

Renée, la portera, es una vieja pequeña y fea, viuda, rechoncha con callos en los pies, aunque ha caminado poco en los últimos 27 años por culpa de su oficio. Su gran amiga y colega es Manuela que la visita dos veces a la semana para tomar  te, fino, oloroso y muy placentero. A veces dedica algo de su tiempo para ver “la caja tonta” (el televisor), cuando no escucha el paso de los habitantes de las escaleras o de los pisos.
Como los lectores habrán adivinado esta pobre mujer no tiene amores, apenas el recuerdo de su esposo. Su existencia  transcurre con las reglas de la rutina, la soledad y la ausencia de sucesos, salvo el que tendría al final, que no describiré para que el lector no descubra el secreto de su vida y de su muerte.

A pesar de que los temas del libro son aparentemente intrascendentes están salpicados de filosofía. Se citan autores famosos y pensamientos de innegable hondura.  Renée es, pues, un personaje doble, la portera ignorante y al reverso de  de ella, la profesora conocedora del saber contemporáneo, incluyendo la política y el arte.  

Sin embargo algo le ocurre a Renée, con la Llegada al edificio el señor Kalkuro Orzu. Su apartamento es grande y bonito, arreglado con su gusto japonés, puertas correderas, bonsáis, una gran alfombra negra, biombos de bambú, “que le dan a la habitación una atmósfera de país del sol naciente”. Es, además, un varón extraordinario, tan delicado y bello interiormente como el lugar donde reside. Orzu se fija en la portera y la convierte en su amiga. Por primera vez se siente tratada como un ser humano que merece consideración y respeto, incluso amor. Su espíritu y su cuerpo de alguna manera han renacido: “Una  deliciosa ducha de silencio inunda su cuerpo agradecido”. Los burgueses franceses la han menospreciado, solo ven su banalidad de portera. Una nueva civilización ha descubierto en ella su humanidad.

miércoles, 1 de febrero de 2012

“Crónicas literarias”

El final del año, no es el final del mundo. El año pasa  velozmente, con más ruido, que silencio. Esperamos con ansiedad o temor el final de ese almanaque de números que se repiten. Otros creen que la esperanza existe y que el próximo año puede traer la solución o la exaltación  final. Nuestra gente proclive a la superstición cree que el pronóstico de los mayas se podrá cumplir y que el tiempo se hundirá en la nada. O algo extraño, inesperado, surgirá del mar, envolverá la tierra y cubrirá los cielos. Que los dioses antiguos volverán y todo renacerá.

Quise ver el final del mundo a la orilla del mar. El avión me dejó en Cartagena. La ciudad donde la historia vive en medio de un color y paisaje espléndido. Todavía vimos las murallas de un tono gris reluciente. Sobre una de ellas han montado un café cercano a la orilla del océano. Desde allí ya no se ven los bucaneros, los viejos piratas o los marineros de sus majestades europeas, con sus negros cañones de fuego. Tan solo las canoas y las lanchas fuera de borda y los veleros de los clubes náuticos. Los edificios de Bocagrande ya no nos atraen. Ahora es el centro histórico el que vibra, el que está de moda, el que siempre está de moda, porque expresa la esencia de la ciudad heroica.

“Nuestra gente proclive a la superstición cree que el pronóstico de los mayas se podrá cumplir y que el tiempo se hundirá en la nada”

Barranquilla y Santa Marta pronto quedaron atrás. Anclamos en Taganga, la más pequeña y bella bahía de la costa norte colombiana, desde luego, no hablamos de La Guajira, donde la playa, el cielo y el mar se unen al desierto para lograr un pedacito de paraíso colombiano. Una amiga francesa que contemplaba con nosotros la bahía iluminada, nos aseguró que la imagen era más bella que buena parte de la Costa Azul.

No escribo esta  nota para relatarles a los lectores unos días de vacaciones, si no para contarles que he publicado un nuevo libro: “Crónicas literarias” de Ediciones Aurora . Su tema es la literatura más actual, las obras y los autores más destacados de nuestros días, los últimos premios Nobel, se incluye también a  algunos de los mejores escritores (as) colombianos. Se discuten conceptos como el de intelectual, ¿Quién es, cuándo surgió, cuál  es su papel en la sociedad, en el desarrollo de la cultura? La autobiografía de Sándor Márai, una serie de artículos sobre el gran escritor turco Orhan Pamuk, Mario Vargas Llosa, los novelistas rusos del siglo XIX, Saramago, Doris Lessing, comentarios sobre algunos filósofos, como san Agustín, Sartre, Marx y sobre todo Hegel, el inspirador del pensamiento del siglo XX.

Resultan muy interesantes las novelas del escritor estadounidense Cormac MacCarthy, que describe una sociedad en crisis, enajenada y propicia a sufrir grandes desastres, el delirio del escritor albanés  Ismaíl Kadaré, en su Palacio de los sueños, los escritores críticos del “socialismo real”, como Solzhenitsyn , Herta Müller, estilistas como Nabokov, Proust, Malraux, Pasternak, Pessoa, Marguerite Yourcenar, excelentes escritores para nosotros prácticamente desconocidos como Sebald  o Gaarder o el japonés Ishiguro Kazuo. García Márquez aparece al lado del gran escritor Yasunari Kawabata, por su cercanía en el tema de las bellas jóvenes durmientes.

A propósito del desastre nuclear de Fukushima, se recuerda un libro del escritor argentino Tomás Eloy Martínez, Lugar común la muerte, que uniendo periodismo y literatura describe los horrores del ataque atómico a Hiroshima y Nagasaki durante la II guerra mundial  que  inicia con una tristemente bella frase de Tolstoi en su relato sobre La muerte de Iván IIlich: Buscó su acostumbrado miedo a la muerte y no lo encontró “¿Dónde está ella? ¿Qué muerte?” No había miedo porque tampoco había muerte había solamente luz.

Algunos de estos textos  fueron publicados en páginas de Ambito Jurídico, otros son inéditos.