Por: José Arizala
Colombia es un país muy de malas. Parece condenado vivir y morir en guerras civiles. Ni hablar de los vagones de muertos en los trenes de las numerosas guerras del siglo XIX, que reviven periódicamente como un incendio interminable. ¿Las causas? Tenemos una extrema derecha belicista, dispuesta a todo para defender lo que considera suyo, incluyendo privilegios e ideas caducas. Y también contamos con una extrema izquierda fácilmente conquistable como pareja en esa danza macabra.
El vástago de una ilustre familia acaba de publicar en El Tiempo una carta que me dejó frío. A pesar de todo lo que nos ha tocado ver, oír y sentir en estos tiempos difíciles, me sorprendió. ¿Cómo es posible que a estas alturas se pueda hablar públicamente de liquidar al “enemigo”.? ¿Y cuál es el “enemigo”? La guerrilla, no solamente. Son todos los “revolucionarios”. Los que viven en Berlín, en Venezuela, en Colombia y supongo que también en los E.E.U.U. “Cayó el Muro de Berlín, pero los revolucionarios no murieron todos ese día. Por ahí andan torvos y resentidos, buscando la manera de reabrir los caminos de la revolución” Pues sí nuestro ilustre escritor tiene razón. Esto ocurre desde los tiempos de su padre y antes de este y seguirán existiendo aún después de que el hijo llegue al seno del Señor.
Pero esa violencia tan feroz y tan larga que padecemos, que también se parece a la defensa ¿Cómo surgió? ¿Del discurso incoherente de unos “revolucionarios” o en un día salvaje y de odio, alentados por el demonio, en que comenzaron a disparar como locos? Pero ese día de locura no terminó al siguiente, sino que lleva años, meses, décadas. ¿Porque ha durado tanto hasta convertirse en una violencia endémica?
La mano que escribió la Carta muestra un racismo lamentable, un odio profundo a los negros, a los africanos, a los colombianos pobres. “La política de los “perfectos idiotas” sigue en vigencia…hasta lograr el ansiado propósito de crear el caos, de “africanizar” el continente. Tal pareciera que los estrambóticos turbantes de Piedad Córdoba nos están comunicando un mensaje al respecto… no puede negarse que la dama del turbante está logrando imponer el dominio de la barbarie. Está bien escogido el turbante” ¡Qué el Presidente Barack Obama no lea esta carta!
“Creo necesario decir que la paz no puede considerarse como un objetivo. Es un resultado…” No es posible negociar la paz, hay que lograrla por medio de las armas, hasta lograr la destrucción de la guerrilla. Reconoce que algunos se oponen a seguir ese camino, el único deseable. “¡Hasta la jerarquía eclesiástica ha caído en el juego!” “El acuerdo humanitario que nos quieren imponer es el más inhumano de los acuerdos”.
El autor de la Carta, heredero de un pasado conservador y cristiano no ve otra solución que el exterminio de la guerrilla y de paso, de todos los revolucionarios. Se pronuncia contra la reelección de Uribe Vélez pero no explica las razones, después de hacer gran elogio de la política de “seguridad democrática” ¿Será porque el presidente Uribe saluda al presidente Hugo Chávez, también otro “africanizado”?
Con estos criterios en la mente de los políticos conservadores, uno de los partidos más importantes de Colombia, que ahora se prepara para asumir la totalidad del gobierno, tendríamos que concluir que la paz está lejana. De la defensa de los principios democráticos de la Constitución del 91 no se habla por ninguna parte. Esperamos que el Directorio Nacional Conservador al que está dirigida la carta de Enrique Gómez H. no acoja estos planteamientos que enfrentaría a ese partido con la opinión democrática del país y con el actual gobierno de los E.E.U.U.
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