viernes, 6 de noviembre de 2009

Tumaco

Por: José Arizala

En la bahía, pequeñas islas rodean la mayor donde están asentados los tumaqueños, cerca del continente. Un puente destartalado que atravesaron trenes en mejores épocas. El día es amplio y caluroso en los manglares. Todo es plano, salvo el promontorio que surge como una joroba de la tierra, antes de entrar  en las aguas azules y tranquilas. Lo llaman El Morro.

Después de navegar por los esteros se llega a Bocagrande, una franja de tierra en cuya orilla  comienza el mayor de los océanos: el Pacífico. Sin embargo, en nuestra era tiende a encogerse cercado por fuertes imperios. En él coexisten islas-continentes como Australia, con atolones como Bikini, donde los franceses reventaron una bomba atómica. En el interior de mares e islas actúan volcanes que desencadenan enormes oleajes que enfurecidos destruyen costas y puertos, con miles y miles de víctimas, desoyendo así el mar la voz con que fue nombrado. En sus orillas escuché por primera vez el hondo silencio del cosmos, cuando ya el sol se había ahogado en el horizonte.
En los planes de algunos planificadores está convertir a Tumaco en el puerto al Pacífico del norte de Suramérica. Ven en su bahía el final de autopistas que vienen de Caracas y de ferrocarriles que parten de Brasilia. Otros agregan oleoductos y refinerías gigantes previas al embarque de petróleo o gas para los países de Oriente, necesitados de combustible,  como Japón, China o la India .Pero el Tumaco de hoy está muy lejos de contar con tal emplazamiento técnico que, sin duda, tendría gran importancia en el proceso de unificación de América del Sur, en que nos encontramos (2009).

La Nota uniandina ( La revista de la Universidad de los Andes). En su edición de agosto de 2009, publica un artículo  que resume la investigación del profesor Andrea Lampis del Centro Interdisciplinario de Estudios sobre el Desarrollo (Cider), de dicha universidad sobre Tumaco y sus problemas más acuciantes que, desde luego, se extienden por la costa colombiana sobre el Pacífico.

Tumaco, en el departamento de Nariño, tiene 160.000 habitantes . El 65% de ellos vive en situación de pobreza crónica. El 88,8%  son afrodescendientes. Están afectados por “procesos de degradación ambiental, económica y de infraestructura”. El investigador afirma que no pueden superarlos con sus propios medios, que se agravan por los problemas de vulnerabilidad social : tierras  que desaparecen, escasez de agua, olas de calor que afectan a los más ancianos, destrucción de ecosistemas y de servicios ambientales.

El agotamiento del   recurso pesquero es el más grave por ser la principal fuente de ingreso de sus habitantes. Los pescadores sobreviven con menos de un salario mínimo y asisten impotentes a la destrucción de los  manglares donde los peces anidaban antaño. Mientras los tumaqueños pescan en pequeños botes y canoas, las empresas ecuatorianas lo hacen con buques. Muchos de sus habitantes viven en palafitos (viviendas paradas sobre estacas en zonas lacustres, fluviales o marítimas). La concentración de la tierra es mayúscula, problema ligado al cultivo de la planta de aceite, que ha entrado en decadencia. Y si faltara algo para agravar la situación de estos compatriotas tumaqueños, paramilitares, guerrilleros y fuerza pública, siembran el terror y la muerte diaria.

Pero la región costera nariñense no es la única que presenta en nuestro país estado tan calamitoso. Los últimos censos hablan de más de 20 millones de pobres y, en medio de ello, 8 millones de indigentes. Tienden la mano esperando una ayuda. Pero el dinero de las arcas oficiales no es para ellos, sino para los ricos. No lo reciben éstos como préstamo sino como regalos a manos llenas. Algunas familias cercanas a los ministros y congresistas, se han beneficiado de  miles de millones de pesos, como lo ha denunciado ejemplarmente la Revista Cambio. Lo que significa que a algunos pocos el Ministerio de Agricultura los hace cada día más ricos y a los muchos pobres, más pobres. ¿Se requiere de Carlos Marx o de “agitadores profesionales” para instigar la lucha de clases en Colombia o  basta gobiernos como el de Uribe?

Pero este programa  no es un caso aislado. Alejandro Gaviria, decano de Economía de Uniandes, en su columna de El Espectador ( 4 / 10 /2009) dice lo siguiente: “El programa Agro Ingreso Seguro es solo un elemento de un conjunto de grandes ayudas. Los subsidios a las tasas de cambio entregados consuetudinariamente a bananeros, confeccionistas, floricultores, son aún más aberrantes, más regresivos que los subsidios agropecuarios. Las zonas francas también son una forma indirecta de subsidiar a los más ricos(…) transfieren recursos públicos al sector privado” “La esencia del problema es la existencia de un modelo económico ineficaz e injusto”.

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