“Llegar a Río de Janeiro es llegar a una ciudad coronada de luz. En la cumbre de Pan de Azúcar – la mirada topa embelesada con los edificios radiantes, las casitas de colores, las altas rocas, las bahías azules, los cielos transparentes – recordaba la opinión de amigos brasileños escuchada hace tiempo: Rio de Janeiro “es la cidade mais belo do mundo”. Pero esta visión alucinante fue posterior. En la noche de nuestra llegada tuvo lugar la mayor manifestación de la ciudad realizada durante la campaña electoral de 1989, en la larga Avenida Getulio Vargas. Fue en honor del candidato presidencial Lula da Silva. Desde el primer momento comprendimos que Río era de Lula”.
Lo anterior lo escribí en diciembre de 1989. El título de mi artículo es “En Brasil ¿un nuevo camino de la izquierda latinoamericana?”. Recogí este texto en mi libro: Protagonistas de nuestro tiempo. Universidad Autónoma de Colombia, página 180. 1995.
Esa vez Lula perdió la elección, ganó Collor de Melo, quien sería destituido por corrupto. Solo en su cuarta postulación triunfó. Hoy, ocho años después de ejercer el mando, con la admiración y el apoyo de más del 80% de la población, entrega a su sucesora, Dilma Rousseff, la candidata del Partido de los trabajadores (P.T.), la presidencia del Brasil, uno de los nuevos países gigantes, cuya opinión comienza a participar en las decisiones del mundo.
“La izquierda latinoamericana parece haber comprendido que no estamos en una época de luchas armadas, sino de desarrollo de lucha de masas, reivindicativas, pacíficas, políticas e ideológicas...”
La victoria de Lula en 1992 no fue un acto de gracia. Había ganado prestigio en la lucha de la resistencia a las dictaduras militares; organizado el P.T., encabezado por el sindicato de los metalúrgicos al cual pertenecía el obrero Lula. Se había aprobado una nueva Constitución, la más democrática de Suramérica. Los partidos tradicionales habían desaparecido de la escena política castigados por su complicidad con las dictaduras; surgido partidos nuevos de la burguesía democrática, como el PSDB, cuyo candidato, José Serra, fue derrotado en las elecciones del 31 de octubre pasado. Y lo decisivo, la izquierda encabezada por el P.T. se convirtió en la más importante fuerza política del país, que recuperó para América del Sur el hilo perdido de la revolución democrática iniciada en Chile por el movimiento de la Unidad Popular.
Desde luego que el programa de Lula no era tan radical como el de Allende, pero tenía algunos rasgos comunes: alianzas de partidos de izquierda, varios de sus principales dirigentes son de orientación marxista, su principal objetivo era suprimir la abismal pobreza del país. Y desde luego, grandes diferencias. El gobierno Lula continuó con la política económica de su antecesor, de rasgos neoliberales, de estímulo a la empresa privada, al comercio exterior, a la par que se fortalecían las grandes empresas del Estado, aumento importante del salario mínimo, asistencia para los más necesitados, etc. Sus resultados fueron excelentes, con el apoyo de empresarios y técnicos conocedores de los secretos del capitalismo y también de organizaciones cristianas, lograron disminuir en cerca de 30 millones el número de pobres en solo 8 años.
La nueva presidenta, Dilma Rousselff, comparte plenamente las posiciones políticas de Lula y del P.T. Tiene un pasado de luchas, fue encarcelada y torturada por la policía del régimen militar neo-fascista, perteneció a un movimiento guerrillero clandestino. A propósito, están de moda los presidentes de origen guerrillero en América Latina: en Nicaragua, El Salvador, en Cuba, en Uruguay, en Venezuela, un ex-golpista y para matizar, un ex-obispo católico, en Paraguay. Es también el tiempo de las mujeres al poder. ¡Bienvenidas!
La izquierda latinoamericana parece haber comprendido que no estamos en una época de luchas armadas, sino de desarrollo de lucha de masas, reivindicativas, pacíficas, políticas e ideológicas, de acuerdo con la Constitución, en la búsqueda de reformas estructurales, que debiliten a la derecha y fortalezca los movimientos populares.