domingo, 10 de mayo de 2009

FALS BORDA O LA IZQUIERDA ROMANTICA

Por: José Arizala

   Algunos sonreirán al leer este título. ¿ Existe una izquierda cercana al romanticismo? Desde luego que sí. Uno de sus voceros fue el intelectual colombiano Orlando Fals Borda, fallecido en Bogotá el 12 de  agosto de 2008.

   Había nacido en Barranquilla el 11 de julio de 1925. Estudió en universidades estadounidenses, fue obispo de la iglesia presbiteriana. Su ciencia se rigió por los cánones de la sociología norteamericana, investigativa, rigurosa en el reconocimiento del terreno, apegada  a los datos y experiencias, dejando poco espacio para la especulación y la fantasía.

   Sin embargo, su regreso a la Costa Caribe lo condujo por otros caminos, alejados del empirismo inicial. No resistió el contacto con su gente, con sus costumbres, con su franqueza, con su alegría, pero también con su pobreza, el abandono en que se encuentran, sin  comida, ni salud, ni educación, sufriendo en medio del son y del ron, ahogándose en los pantanos de sus ríos salidos de madre.

   Pronto Fals entiende que el problema principal de la Costa Caribe  es el la tierra. Existen sabanas fértiles y anchas, pero ajenas, en pocas manos. El hambre del terrateniente es de hectáreas, reses y caballos, mientras los campesinos malviven a su lado, recibiendo una mezquina caridad de los señores. Esta tierra se convertirá en un extenso campo de muerte… Las condiciones para la aparición de la guerrilla y de los paramilitares estaban dadas. Desde entonces la concentración de la propiedad de la tierra ha aumentado en millones de hectáreas. Por esta hendidura, por este enfrentamiento, penetró el narcotráfico.


Fals Borda puso su ciencia al servicio de los pobres y en contra de los poderes económicos y sociales que él consideraba responsables de la deplorable situación del pueblo colombiano


Fals Borda examinará esto en sus numerosos libros y ensayos, sobre todo en su libro fundamental:Historia doble de la Costa, lugares donde vivió durante meses visitando sus veredas y caminos, conviviendo con sus habitantes. Finalmente su talante religioso se impondrá en él y se colocará aparte de la lucha de clases. “No soy marxólogo”, dirá en varias ocasiones, una forma de rechazar la filosofía materialista. Marx será solo un punto de referencia en su sociología. Preferirá el análisis de lo social a la manera de los socialistas utópicos.

    El investigador Gonzalo Cataño ha publicado un muy interesante ensayo Orlando Fals Borda, sociólogo del compromiso, en la Revista de Economía Institucional, segundo semestre de 2008, de la Universidad Externado, que nos sirve de guía para este comentario, aunque el énfasis en la crítica a Fals Borda me corresponde. El estudio del  sociólogo Catáño está escrito con la cálida simpatía del alumno a su maestro y aspira lograr  un equilibrio a la hora de hacer el balance de su obra y pensamiento. Según mi punto de vista el profesor Cataño se queda corto al señalar el carácter utópico y la impotencia política de la doctrina de su mentor.

   Fals Borda puso su ciencia al servicio de los pobres y en contra de los poderes económicos y sociales que él consideraba responsables de la deplorable situación del pueblo colombiano. Sin embargo, aunque su diagnóstico fue muchas veces acertado, no lo fueron así sus soluciones a menudo ingenuas e ineficaces.

 Participó en los principales movimientos y pequeños partidos de la izquierda no marxista del último cuarto del siglo XX. Le llegó la muerte a los 83 años siendo el Presidente Honorario del Polo Democrático Alternativo, donde, como alude Cataño, era más admirado y respetado que seguido y acatado.

  Existen razones de fondo para su conducta y orientación, que demandan un espacio mayor que el de esta nota. Pero en síntesis podemos afirmar que su pensamiento político era anticuado, más propio del siglo XIX que de la contemporaneidad. Se asemejaba al de los “populistas” rusos, del movimiento la “Voluntad del Pueblo”, que se volcaron al campo a predicar la conservación de una  sociedad campesina, comunitaria, contraria al desarrollo capitalista, con una profunda desconfianza hacia el Estado. Su ideal era la vida rural, alejada de de las grandes urbes y de la sociedad burguesa y por consiguiente ajena al proletariado y a la gran industria. Aunque la población de nuestro país es cada día  más urbana, el 70 % vive en las ciudades, acrecentada en estos años por las víctimas del desplazamiento forzado, el profesor Fals Borda consideraba que el campesinado era el garante de la nacionalidad colombiana y que nuestras raíces son sus tribus indígenas. 

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