martes, 16 de marzo de 2010

El cristianismo, otra página de la filosofía (XII)

Por: José Arizala

Con el final de la Escuela de Alejandría termina una etapa de la filosofía que duró 1.000 años. Desde Tales de Mileto en el 550 a.C. hasta Proclo que murió en 485 d.C. y a la desaparición de los centros de la filosofía pagana en el 529 d.C. Se inicia un nuevo período de la filosofía que durará otros 1.000 años y que coincidió con una nueva época de la historia universal. La ocupará casi en su totalidad una nueva religión, la cristiana. que surge en la esquina oriental del Mediterráneo, en una sociedad todavía tribal, dominada por Roma y en menor medida con el aporte de los judíos y los árabes.

Como ya lo habíamos anotado, el fundamento filosófico del cristianismo no está ni en el Viejo ni en el Nuevo testamento, sino en la filosofía griega, que se convierte en la inspiración directa de la filosofía medieval y que muestran de manera relevante sus mayores filósofos: Agustín, siguiendo a Platón y Tomás de Aquino, a Aristóteles. El aporte místico al cristianismo vendrá de los mitos griegos y orientales y desde luego de la nueva sensibilidad originaria de la sociedad patriarcal de Judea, expresada en el Evangelio con la muerte de Cristo como el acontecimiento central, es decir, de la crucifixión. Cuando el espíritu puro y eterno de los griegos, que Hegel llama la Idea, encarna en un hombre, que sufre y reclama la salvación.

Hegel lo dice en su lenguaje filosófico : “El primer interés con que nos encontramos en la religión cristiana es, por tanto, el de que el contenido de la Idea se le revela al hombre; dicho en términos más precisos, que el hombre adquiere conciencia de la unidad de la naturaleza divina y la naturaleza humana” (Hegel,Lecciones sobre la historia de la filosofía T. III p. 76 y s.s.F.C.E.,1955)

La aparición de Jesús como hijo-de-Dios y su sacrificio en la cruz, es el elemento concreto que le faltaba al neoplatonismo para que los hombres percibieran e hicieran suyo lo absoluto, que es , al fin y al cabo, la máxima aspiración de las religiones. Pero en el cristianismo el espíritu “es existente, presente, inmediato en el mundo; en que el espíritu absoluto es conocido como hombre en el inmediato presente”, añade Hegel. El espíritu absoluto no como algo externo, abstracto, sino formando una unidad armónica con el universo.

El conocimiento de esta verdad, el de la unidad Dios-Jesucristo, que la hace parte íntima de su subjetividad, lo convierte en partícipe de la divinidad. De aquí se deriva, agrego, el aspecto más positivo del cristianismo: tratar de elevar al hombre de sus intereses materiales egoístas, al nivel del espíritu, que el creyente solemniza en el culto y en la práctica de la “caridad”, es decir, del amor al semejante, a su prójimo, que hoy secularizamos como la solidaridad con los otros.

Según la interpretación hegeliana el Dios cristiano sin el hombre sería un dios incompleto, todavía no el verdadero Dios. “Necesita que se de, también, la identidad de la naturaleza divina y la humana y la conciencia de esto se le revele de modo inmediato en la persona de Cristo”. Aparecerá luego la contraposición absoluta a lo anterior, lo finito en el espacio y en el tiempo, el universo, pero formando una unidad con lo eterno e infinito.

La religión griega es antropomorfa, pues sus dioses tomaban las formas y los actos humanos. El cristianismo es proclive, también, a representar a Dios y a sus santos, los elegidos, en formas y procederes humanos, lo que es negado por otras religiones compatibles con el Viejo Testamento, en especial, por el judaísmo. El hombre a través de la intuición adquiere la verdad de que el logos se hace carne en Cristo, remontándose de esta manera a la espiritualidad. Pero para alcanzar la plenitud de ésta debe renunciar a lo inmediato y a “su querer, su saber y ser naturales”, como lo contempla la pasión y muerte de Cristo.

El cristiano es redimido por el sacrificio de Cristo. “Cristo fue un hombre completo, compartió la suerte común a todos los hombres: la muerte, sufrió y se sacrificó como hombre, negó su naturaleza y fue exaltado por ello”. (Hegel). El muestra como se produce el fenómeno de la conversión humana en espíritu y la exigencia del dolor que esto implica, el dolor de ver muerto a Dios mismo, la fuente donde emana la santificación y la exaltación del hombre a Dios. Así trasforma su condición finita y mortal. De ser vivo tiene la posibilidad de llegar a ser espíritu, pero este no le es dado por naturaleza.

Los acontecimientos relatados en el Evangelio serán desarrollados y generalizados por los “Padres de la Iglesia” y relacionados con la filosofía griega y con la historia. Se inicia un proceso del que no fueron plenamente conscientes los apóstoles que acompañaron al Maestro, pues no habían llegado a comprender la infinita significación de Cristo, “todavía no creían en El cómo verdad divina”.

1 comentario:

  1. Plenitud de vida en Cristo

    8 Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo.
    9 Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad,

    10 y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad.

    11 En él también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha a mano, al echar de vosotros el cuerpo pecaminoso carnal, en la circuncisión de Cristo;

    12 sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos.(A)

    13 Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él,(B) perdonándoos todos los pecados,

    14 anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz,(C)

    15 y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz.

    16 Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo,(D)

    17 todo lo cual es sombra de lo que ha de venir; pero el cuerpo es de Cristo.

    18 Nadie os prive de vuestro premio, afectando humildad y culto a los ángeles, entremetiéndose en lo que no ha visto, vanamente hinchado por su propia mente carnal,

    19 y no asiéndose de la Cabeza, en virtud de quien todo el cuerpo, nutriéndose y uniéndose por las coyunturas y ligamentos, crece con el crecimiento que da Dios.(E)

    20 Pues si habéis muerto con Cristo en cuanto a los rudimentos del mundo, ¿por qué, como si vivieseis en el mundo, os sometéis a preceptos

    21 tales como: No manejes, ni gustes, ni aun toques

    22 (en conformidad a mandamientos y doctrinas de hombres), cosas que todas se destruyen con el uso?

    23 Tales cosas tienen a la verdad cierta reputación de sabiduría en culto voluntario, en humildad y en duro trato del cuerpo; pero no tienen valor alguno contra los apetitos de la carne.

    Colosenses 2 (Reina-Valera 1960)

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