Rousseau “descubre” el campo de la voluntad y por consiguiente del sentimiento; pasa el pensamiento de lo abstracto a lo concreto, a lo práctico, a lo jurídico, de tal modo que se establece la voluntad como base del pensamiento puro y se presenta a la conciencia como lo que hay de más íntimo en el hombre, o sea, la unidad del pensamiento consigo mismo, con lo que el hombre adquiere una fuerza infinita dentro de sí (Hegel, Lecciones de historia de la filosofía, FCE, 1955. Tomo III. Pág. 399).
“La aparición en el siglo XVIII de estas nuevas ideas, tanto las materialistas y naturalistas (...) contribuyeron a fortalecer la lucha de las nuevas fuerzas sociales, estamentos y clases, contra el régimen feudal”
Intuición profunda la de Rousseau, y lúcida explicación de Hegel sobre la voluntad, relacionándola con el sentido práctico del Derecho. Por ello la voluntad resulta la esencia de la condición humana hasta el punto que cuando el hombre renuncia a ser libre, renuncia, por tanto, a los derechos del hombre y a sus deberes. Los esclavos carecen de ellos. El problema fundamental del Estado consiste en encontrar una vinculación que ampare y defienda el poder común, la persona y la propiedad de todos sus miembros y en la que cada cual al incorporarse a él, no obedezca a nadie sino a sí mismo, permaneciendo, por tanto, tan libre como antes. La solución la expone Rousseau en su libro “El contrato social” (1762), cuyo ingreso a este debe ocurrir voluntariamente.
El principio del contrato social por el cual la persona ingresa al ámbito del Estado no significa el abandono o el sacrificio de su libre voluntad, sino que, por el contrario, ésta “se constituye precisamente dentro de él (del Estado)”. La libertad del hombre no es pues natural, el don de la libertad no es libertad real, sino que es el Estado y sólo él quien realiza la libertad. Surge la “sociedad civil”, que es diferente al estado de naturaleza. A esa libre decisión de los asociados de constituirse en Estado la llama Rousseau la voluntad general. No se trata de algo fortuito, sino de una voluntad racional, “de la voluntad en y para sí”. Sin embargo, no debe interpretarse como la voluntad de cada uno, como la integración de un conjunto de voluntades, sino de una voluntad racional, general , aunque no se tenga conciencia de ello. La libertad es el pensamiento mismo. La unidad del pensamiento consigo mismo es la libre voluntad. Es el impulso que levanta la propia subjetividad. “El principio de la libertad se manifiesta en Rousseau e infunde esta fuerza infinita al hombre, que se concibe a sí mismo como infinito.” (Hegel).
La aparición en el siglo XVIII de estas nuevas ideas, tanto las materialistas y naturalistas, que están dirigidas contra el dominio de la religión , que habla del origen divino de los reyes , del sometimiento del poder secular a la autoridad de la Iglesia, como el surgimiento impetuoso de la idea de libertad humana, en lo material y en lo espiritual, contribuyeron a fortalecer la lucha de las nuevas fuerzas sociales, estamentos y clases, contra el régimen feudal. La filosofía y la ciencia se convierten, también, en armas contra la monarquía absoluta, la aristocracia y los terratenientes, conformando el principio de la soberanía popular. El adversario ideológico principal de los sectores sociales emergentes es la escolástica y su método metafísico. El pensamiento crítico va apareciendo, sobre todo a partir de Immanuel Kant, también la nueva ciencia iniciada por Galileo y por Newton. Estos avances en el conocimiento llevan a inventar máquinas y nuevas ciencias, como la mecánica moderna. Especial importancia tuvo el descubrimiento de la ley de la gravitación universal, que condujo a un conocimiento cada vez día más profundo de la constitución de la materia.
Las nuevas ideologías, en un principio propiedad solo de las elites ilustradas , penetraron en sectores de la burguesía y medios de la población, sobre todo del “estado llano” y plebeyos que, unidos a la miseria y el hambre del pueblo francés, estallaron en la revolución de 1789 , que produjo el derrocamiento sangriento del antiguo régimen y sentaron las bases de una nueva sociedad.