Si la filosofía de la Edad Media estuvo saturada de religión y de teología, la filosofía que prima en el mundo galo a partir del siglo XV destaca la fecundidad de la naturaleza. Incluso algunos de sus pensadores que creen en Dios le conceden una determinación fundamental al reino natural. Robinet dice: “Hay un Dios, es decir, una causa de los fenómenos de ese todo a que damos el nombre de naturaleza”. Ignoran lo que es Dios y por ello podrían grabar en las puertas de sus templos las mismas palabras que se leían sobre el altar mandado a levantar por el Aerópago : “Al Dios desconocido”. La naturaleza es, pues, el único conocimiento posible. Después de muchos siglos, la filosofía comienza a abrir de nuevo sus puertas al materialismo de los presocráticos, que descubrieron el Ser. Ese ser infinito y armónico: el cosmos.
“La nueva ola de la filosofía francesa comienza a revertir lo anterior y a ocuparse principalmente del derecho, del Estado y sus instituciones.”
También comprendieron que “el universo se mueve y perpetúa”. Que se extiende en el tiempo y el espacio como un ser vivo que contiene el germen de las cosas. En su libro Lecciones de la historia de la filosofía, Tomo III, pág. 393) Hegel cita a Hollbach, alemán que escribe en París, interpretando a su círculo de filósofos que se rebelaron contra lo existente ( Montesquieu, d’ Alembert, Rousseau ) . Cita que nos recuerda la filosofía más antigua y que en ese momento del siglo XVIII constituye una ruptura con la tradición: “ El universo solo nos revela una infinita acumulación de materia y movimiento [ como Descartes] , una cadena ininterrumpida de causas y efectos, de cuyas causas algunas afectan directamente a nuestros sentidos, mientras que otras nos son desconocidas (esencias) {….} De la diversidad de esas esencias surgen las diferentes órdenes, géneros y sistemas que las cosas asumen y cuya suma global forman ese gran todo a que damos el nombre de naturaleza . Y agrega Hollbach : “ La multiplicidad de los fenómenos de la naturaleza y su incesante nacer y desaparecer no tienen otro fundamento que la variedad de los movimientos y de su materia”.
Hegel sintetiza esta nueva tendencia del pensamiento en Francia con el nombre de razón,” por la que los más nobles de estos hombres combatieron con el mayor entusiasmo y el mayor calor”. Se elevó de esta manera la libertad de la convicción, de la conciencia moral “dentro de mí”. Los llevó a rechazar mucho de lo que había sido hecho “ bajo el signo de la cruz”, en el plano de la fe, del derecho, de la religión., “ Bajo el signo de la cruz había triunfado la mentira, el engaño, las instituciones habían ido acartonándose bajo este sello, hasta llegar a convertirse este signo en cifra y raíz de todo mal. Fue de este modo como, bajo otra forma, se llevó a cabo la Reforma de Lutero ( pág. 397).
Por su parte los franceses, teóricamente, avanzaban en el materialismo y el naturalismo, tomando la sensación y la materia como lo único verdadero, colocándose así en una posición unilateral, hasta el punto de afirmar La Mettríe, todo pensamiento, toda representación solo tiene sentido si se le concibe de un modo material : solo la materia existe.
La nueva ola de la filosofía francesa comienza a revertir lo anterior y a ocuparse principalmente del derecho, del Estado y sus instituciones. Montesquieu escribe un hermoso libro El espíritu de las leyes que, al decir de Hegel, contempla a los pueblos desde el grandioso punto de vista que consiste en considerar como una totalidad su constitución política, su religión, en una palabra, todo lo que se encuentra dentro de un Estado. Helvecio se acerca más a la intimidad del hombre y opina que toda su actividad, las leyes y el derecho tienen como base exclusivamente el amor propio, el egoísmo. Será Juan Jacobo Rousseau quien planteará los temas decisivos, por ejemplo “¿Cuál es el fundamento del Estado?” Al referirse al derecho de la dominación, la de gobernar y ser gobernado, afirma que “descansa históricamente sobre la violencia, la coacción, sobre la conquista, la propiedad privada etc. (pág. 399). Pero Rousseau erige en principio de la legitimidad del Estado la voluntad libre de que el hombre se halla dotado en cuanto “la libertad es lo cualitativo del hombre”. Renunciar a su voluntad equivaldría a renunciar a su condición humana.
Que bella es la Filosofia y retomando las palabras de Onfray en un bellísimo libro "Para no morir a causa de los hombres y su negatividad, para mí existieron los libros, luego la música, en una palabra, el arte y sobre todo, la FILOSOFIA. La escritura le puso el broche de oro a ese conjunto.."
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