El mundo ha cambiado mucho. Más de lo
que creemos. Y no se tratan de cambios pasajeros o poco profundos,
sino medulares, que tienen que ver con su pasado y su porvenir, su
estructura y su esencia.
Son numerosos los escritores, poetas,
sociólogos, filósofos, que escrutan el porvenir, el camino y el
tránsito de nuestro tiempo. Algunos ponen estos análisis en la
cuenta de las izquierdas, del marxismo, mas la gama de los críticos
es mucho más amplia y abarca todos los continentes. Esto indica que
nos acercamos a una mutación aún más profunda que modificará
radicalmente la organización de la sociedad humana. La sociología y
la filosofía, la técnica y la ciencia, se han convertido en
disciplinas fundamentales para comprender el mundo y la nueva
condición humana de nuestros días.
“La cultura es diversión y lo que no es divertido no es cultura”
Entre los libros que avanzan por estos
caminos mencionamos el último de Mario Vargas Llosa La
civilización del espectáculo (Alfaguara. Colombia.
2112), autor que ha sido calificado de derecha. Sin embargo en esta
obra crítica el sistema capitalista, cuyo progreso moderno, ahora lo
sabemos, tiene a menudo un costo destructivo que pagar (…)” y no
siempre contribuye a rebajar la pobreza, sino a ampliar el abismo
de desigualdades entre países, clases y personas”. En la mayoría
de los casos Vargas Llosa toma de otros autores sus argumentos para
criticar el capitalismo contemporáneo. Comienza citando al gran
poeta T. S. Eliot, al ensayista George Steiner, y sobre todo al
filósofo marxista francés Guy Debord, cuyo libro de 1967, La
sociedad del espectáculo (Gallimard.París.l992) comenté en
esta columna con el título de El espectáculo . Y Una obra
reciente La cultura-mundo. Respuesta a una sociedad desorientada
(Anagrama. Barcelona. 2010) de los autores Gilles Lipovetsky y
Jean Serroy.
El libro del premio Nobel se basa sobre
todo en el de Debord, que lleva incluso un título semejante. Solo
cambia la palaba sociedad por civilización. La diferencia de
contenido entre los dos textos está, según Vargas Llosa, en que el
francés de apega al marxismo y “La Civilización del
espectáculo está ceñida en cambio al ámbito de la cultura,
entendido no como un mero epifenómeno de la vida económica y
social, sino como una realidad autónoma, hecha de ideas, valores
estéticos y éticos y obras de arte y literarias que interactúan
con el resto de la vida social y son a menudo, en lugar de reflejos,
fuentes de fenómenos sociales, económicos, políticos e incluso
religiosos “(Tesis bastante parecidas a las de Pierre Bourdieu
que expuse recientemente en mi columna de este periódico, “El
campo literario” , # 343)
El tema principal de Vargas Llosa es el
de que la verdadera cultura está desapareciendo, que la palabra que
fue la columna vertebral de la conciencia se encuentra, como anota
Steiner, “ en retirada”. Ahora la palabra está cada vez más
subordinada a la imagen. Y también a la música de las nuevas
generaciones, pop, folk o rock, un campo de estridentes vibraciones.
“¿Qué efecto podría tener en las intimidades de nuestro cerebro
esta musicalización de nuestra cultura?”. Siguiendo a Steiner
agrega que el desarrollo de la ciencia ha ido revelando dimensiones
insospechadas de la vida humana, del mundo natural, del espacio y
creando técnicas capaces de alterar y manipular el cerebro y la
conducta del ser humano.
Apoyándose en Debord, quien desarrolla la
tesis de Marx de la alienación, “la ilusión de la mentira
convertida en verdad”, como producto de la sociedad capitalista,
donde las mercancías son los verdaderos dueños de la vida, “los
amos a los que los seres humanos sirven para asegurar la producción
que enriquece a los propietarios de las máquinas y las industrias
que fabrican aquellas mercancías”. Admite que “El espectáculo
– como dice Debord – es la dictadura efectiva de la ilusión en
la sociedad moderna”. Lo que trae como consecuencia un
empobrecimiento de lo humano. Hemos entrado así en una “genuina
cultura de masas”, el Mainstream, de que habla el sociólogo
francés Fréderic Martel. Su intención es divertir y dar placer,
posibilitar una evasión fácil para todos, sin necesidad de
formación alguna, sin referentes culturales.
Vargas Llosa da algunos ejemplos de la
“cultura” actual: las telenovelas brasileñas y la películas de
Bollywood, los conciertos de Shakira, que no pretenden durar más
tiempo que el de su representación. “La cultura es diversión y
lo que no es divertido no es cultura”. La palabra cultura se ha
transformado en “contra-cultura”.