miércoles, 19 de septiembre de 2012

Literatura sobre la decadencia


Durante varios años quise leer a Roberto Bolaño ( 1953 – 2003 ) hasta que por fin lo hice con uno de sus libros de relatos Putas asesinas ( Anagrama. Barcelona 2011 ). Se trata de un escritor chileno que según algunos críticos inicia una nueva etapa del boom literario latinoamericano. Mi reticencia a leerlo se debía a que tenía la impresión de que no me iba gustar, pues, probablemente , resultaría diferente a mi gusto de lector que se inclina por un estilo convencional o clásico, por ejemplo el de los pocos premios Nobel de nuestro continente, como García Márquez, Octavio Paz, Miguel Angel Asturias, Vargas Llosa, Gabriela Mistral, Neruda, y otros, que son tan buenos o más que los nombrados, Borges, Amado, Sábato, Carpentier, etc.


“Bolaño me pareció un joven escritor de mirada extraña, de frases ariscas, marcadas por la ironía, el humor, el sexo, la soledad, la melancolía”.


Pues bien, Bolaño me pareció un joven escritor de mirada extraña, de frases ariscas, marcadas por la ironía, el humor, el sexo, la soledad, la melancolía. En su corta vida recibió varios premios, entre ellos, el Rómulo Gallegos, el Herralde de Novela . Sus novelas más famosas son Los detectives Salvajes y su obra póstuma 2666.

Las “Putas Asesinas” incluye 13 relatos, pues no alcanzan la estatura de cuentos. Los cuentos son pequeñas obras maestras, con un comienzo y un final y sobre todo, un contenido coherente capaz de darnos una idea completa, de mostrarnos un pedazo del mundo.

El primer relato “El Ojo Silva” comienza con este párrafo: “Lo que son las cosas. Mauricio Silva, siempre intentó escapar a la violencia aun a riesgo de ser considerado un cobarde, pero de la violencia, de la verdadera violencia, no se puede escapar, al menos no nosotros, los nacidos en Latinoamérica en la década de los 50, los que rondábamos los 20 años cuando murió Salvador Allende”.

Algunos de los relatos no dicen mayor cosa, quizá en esto consista su interés. Calor, o viento en el desierto de México, olas a la orilla del mar .Gente que bebe tequila y come pollo asado, mujeres solitarias sentadas en la terraza de un hotel de mínimas estrellas.

El relato más excitante es el que lleva el título de la novela: Veamos algunas frases: “Así, pues, me quito la ropa, me quito las bragas, me quito el sujetador…Todos vosotros sois jóvenes, todos ofrecéis a la noche vuestros himnos, algunos, los que encabezan las marchas, enarbolan banderas…Vuestro baile es como un relámpago en una noche de primavera”.

A los colombianos el relato que más nos llama la atención es “Prefiguración de Lalocura”, porque ocurre en Medellín en medio de putas, películas porno y desde luego, no podía faltar la droga y los narcotraficantes. “A los narcotraficantes los respetaba, al fin y al cabo eran los del dinero y Bittich como buen europeo, respetaba el dinero, un punto de referencia en medio del caos. Pero los militares y policías corruptos, qué debió pensar de ellos, él que era alemán y que leía libros de historia. Monos con uniformes de las SS, ni más ni menos.

Hay páginas que rayan con lo pornográfico, sacadas de la vida misma, que bien vistas no podemos declararlas simplemente morbosas. En ellas está, también, México, Colombia, Chile, Europa, la India, el ser humano con sus apetitos, su miseria, su hambre y su dolor, en medio de sus orgías y placeres extraviados.

Excepcionalmente termina con un tierno y poético recuerdo de la madre. “Mi madre nos leía en Quilpué un único libró, Veinte poemas de amor y una canción desesperada. En la portada un dibujo de Neruda… En la segunda página está escrito el nombre de mi madre”. Desde entonces ese libro ha recorrido un largo camino.

Como pueden observar los lectores, se trata de un estilo irreverente, satírico, que muestra aspectos descompuestos, principalmente, de las sociedades latinoamericanas. Y que no aspira a re-estructurarlas, a mejorarlas, a salvarlas del mal. En cierta manera, se trata de una literatura de la decadencia.

1 comentario:

  1. José, he terminado la primera lectura de tu ultimo libro, que adquirí en Lerner. En un formato parecido al mio, de textos breves, encuentro reveladores ensayos literarios que se nutren de la intuición del autor para reseñar la obra de importantes escritores. Te deleitas con Pamuk, por ejemplo, y nos llevas a Estambul, como Durrell nos mostraba las islas del Egeo, y Dashiell Hammet a San Francisco. Casi siempre insistes con los clásicos rusos (y es obvio), pero me gustaron las nuevas luces con las cuales te solazas al hablar del maestro Hegel. Espléndida lectura de repaso y revelaciones. Saludos. Jaime Lopera jailop1@gmail.com

    ResponderEliminar