Por: José Arizala
El jurado del premio literario Príncipe de Asturias sorprendió al concederlo, en 2009, al escritor albanés Ismaíl Kadaré. Albania pertenece a los Balcanes y cuenta con una población de tres y medio millones de habitantes, acampados en las costas del mar Adríatico. País de antiquísima historia. Alguna vez fue cabeza de un vasto imperio. Informan, por ejemplo, que la ciudad de Barat, cuenta con una fortaleza cuyo origen data del sigl VI y V a,C., también con palacio y mezquita del período Bizantino y turco. Albania conquistó la isla de Creta, durante una prolongada guerra con Venecia. La presencia turca es notoria en la etnia y costumbres de su población. La veo como una gota de sangre del Imperio Otomano coagulada en el corazón de Europa.
Atraído por el brillo del premio leí una de las novelas importantes de Kadaré. El palacio de los sueños (2005). Tirana (la capital) no queda lejos de Praga, ni Kadaré de Kafka. Si nos atenemos a este libro podemos decir que el albanés no es un escritor original, pero, de todas maneras, espléndido. Aunque mucho de este mérito lo debemos al traductor Ramón Sánchez Lizarralde.
"Kadaré escribe una fábula digna de Oriente. Un palacio, el Tabir Saray, donde
los sueños de los súbditos, reposan en anaqueles y cartapacios..."
Resulta inevitable recordar El castillo o cualquier otro libro del escritor checo. La misma atmósfera, el estilo sugerente, incisivo, extraño. Quizá un tanto más brillante, aunque menos profundo, el de Kadaré. Además, hondamente político. No se trata de un ataque a un determinado régimen político o social, sino al universo en que viven los personajes: el régimen despótico que amenaza y angustia al pueblo, hasta el punto de no poder refugiarse ni en los sueños, que, además de las ideas, se convierten en un peligro para su libertad.
Kadaré escribe una fábula digna de Oriente. Un palacio, el Tabir Saray, donde los sueños de los súbditos, reposan en anaqueles y cartapacios, listos para ser examinados por los ojos inquisidores de una burocracia fantasmal, que obedece sin chistar a los más altos funcionarios del Estado. De esta manera tienen acceso al sueño, a la fantasía y a la más triste realidad de los habitantes, tanto de las ciudades, como de los más apartados lugares del Imperio.
A los gobernantes no le basta los informes sobre orden público que reciben de los gobernadores,alcaldes,etc, o de la policía uniformada o secreta, sino que aspiran a una idea más completa y profunda de lo que piensan los gobernados, que no puede conocerse sino a través de lo más íntimo que puede tener un ser humano, que se manifiesta en la espontaneidad de los sueños. Es en la oscuridad y la soledad de la noche cuando lo más profundo aflora en la inconsciencia del durmiente. Por ello es un testimonio auténtico y veraz. Cedámosle la palabra a Kadaré: “Todo lo que se muestra tibio y amenazante, o lo que puede llegar a serlo al cabo de los siglos, manifiesta su proyecto primero en los sueños de los hombres. No existe pasión o pensamiento maléfico, adversidad o catástrofe, rebelión o crimen que no proyecte su sombra antes de materializarse en el mundo”.
Mark-Alem es un joven inteligente y prudente, de familia noble: los Qyprilli. En sus antepasados se cuentan Visires y generales del Imperio Otomano. Su ingreso al Tabir Saray hace parte del juego de poder de las familias reinantes. Hay que estar al tanto de lo que ocurre en las salas y los pasillos de ese edificio misterioso donde se decide la suerte del Imperio. Asciende rápidamente de la oficina de Selección, a la de Interpretación, a la del Archivo y está próximo a ingresar donde se guardan los sueños Maestros o Supersueños, que son los sueños decisivos para prevenir las desgracias y que suministran las claves del poder.
Kadare vivió durante el régimen “maoísta” de Enver Xoxha. Publicó numerosos libros (casi todos novelas cortas)? Cómo lo hizo ¿Este es otro de los misterios que guarda el Tabir Saray. ¿Los censores dormían o la dictadura no era tan monolítica como creemos? ¿La maestría literaria de Kadaré es tal que su crítica logra caminar sin ser vista entre los reglones de sus escritos?
Algunos de los sueños que registra son de este tenor: “ Los Estados contemporáneos, incluyendo el Imperio Otomano, no eran otra cosa, según el remitente del delirio, que viejas estructuras sangrientas, enterradas por el tiempo, para retornar después como espectros”. A manera de explicación Kadaré dice : “Muchas de mis obras no suceden en Albania ni sus historias son solo de mi país”. Es un gran escritor cercano al Nobel. Gracias a él Albania ingresa a la literatura universal de nuestros días.
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