jueves, 13 de agosto de 2009

Un discurso histórico

Por: José Arizala

La antigua universidad Al-Azhar y la universidad de El Cairo reúnen a sus alumnos y profesores. Asisten ancianos en cuyos rostros se reconocen rasgos de la Esfinge, que durante más de cuarenta siglos ha soportado las tempestades de arena del desierto y de jóvenes cuyas caras alegres repiten las imágenes cambiantes que se dibujan en las aguas del Nilo. En el podio, un hombre negro, bien parecido, con voz profunda y clara, habla en inglés. Pronuncia palabras nunca antes escuchadas en el docto recinto. Su eco repercute en el mundo entero. Barack Hussein Obama es quien habla. Los egipcios, los árabes, los musulmanes, están atentos.

El propósito del discurso es demostrar que no hay incompatibilidad entre la cultura musulmana y la cristiana. Que el Corán y la Biblia son libros sagrados que se inspiran en el mismo Dios. Que el diálogo es posible entre los seguidores de Mahoma y de Jesucristo para resolver los problemas terrenales. Ese lenguaje de los dioses debe ahora escucharse de una manera nueva que aparte la beligerancia de dos mundos contrapuestos.

En esta ocasión diserta un líder que pertenece simultáneamente a esos mundos enemigos y violentos. (“Soy cristiano, pero mi pasado pertenece a una familia de Kenia que incluye a varias generaciones de musulmanes. De niño, pasé varios años en Indonesia y escuche el llamado del Azán al amanecer y anochecer”, dice Obama). Su tez representa a los humildes del Tercer Mundo, pero la serenidad y sutileza de su discurso recuerda las enseñanzas de la universidad de Harvard de la cual fue alumno.


“Mientras nuestras relaciones sean definidas por nuestras diferencias, le
otorgaremos poder a quienes siembran el odio, en vez de la paz, y a quienes
promueven el conflicto en vez de la cooperación”


Todo discurso si es coherente responde a una pregunta fundamental. ¿Qué nos separa, por qué nos enfrentamos? El presidente de los Estados Unidos de América responde : “Mientras nuestras relaciones sean definidas por nuestras diferencias, le otorgaremos poder a quienes siembran el odio, en vez de la paz, y a quienes promueven el conflicto en vez de la cooperación que puede ayudar a todos nuestros pueblos a lograr la justicia y la prosperidad. Este ciclo de suspicacia y discordia debe terminar”.

Pero la magia de las palabras no puede hacer olvidar los hechos y las necesidades de los vencidos en una lucha que surge del fondo de la historia universal. Los vencidos han sido los árabes y los israelíes, los judíos y los musulmanes. Sus historias son un largo sufrimiento del que no siempre han sido responsables. Barack Obama pronuncia esta vez el nombre del principal culpable: “el colonialismo”, ejercido por las potencias europeas y el neo-colonialismo actual. En ese 4 de junio de 2009, el presidente reconoció que “Estados Unidos en el pasado se ha concentrado en el petróleo y el gas de esta región del mundo, ( el Medio Oriente), ahora buscamos una relación más amplia”. Comprensión cultural, política, económica y religiosa, basadas en el respeto mutuo.

Para emprender ese “nuevo comienzo” se requiere resolver el problema entre el pueblo palestino que aspira legítimamente a tener su propio Estado y los Israelíes que ya lo poseen y quieren conservarlo. Importante paso en ese largo camino son los votos del actual presidente estadounidense por que “judíos, cristianos y musulmanes puedan tener en Jerusalén un hogar seguro y perdurable”.

El discurso de Obama no está dirigido exclusivamente al mundo musulmán, sino que abarca algunos problemas que nos conciernen. Por ejemplo, el de la democracia. Afirma: “Ninguna nación puede ni debe imponer un sistema de gobierno a otra nación”. La autocrítica es clara: “Estados unidos no puede saber lo que es mejor para todos. Así como no pretenderíamos determinar el resultado de elecciones pacíficas”. Tiene la convicción de que todas las personas anhelan “la posibilidad de expresarse libremente y tener voz y voto en la forma de gobierno, la confianza en el estado de derecho e imparcialidad de la justicia, un gobierno transparente que no robe a la gente, la libertad de vivir según escoja cada uno” y agrega: “Son derechos humanos y es por eso que nosotros los apoyamos en todas partes”. Al mismo tiempo recuerda que ha ordenado suprimir la tortura y cerrar la prisión de Guantánamo.

No es la primera vez que un presidente de los E.E.U.U dice cosas semejantes y promete cumplirlas. Pero es mejor que las repitan a que las olviden. Entre otras razones, como él mismo lo reconoce, porque “la supresión de las ideas nunca logra hacer que desaparezcan. Estados Unidos valora el derecho de todas las voces pacíficas y respetuosas de la ley de ser escuchadas en todo el mundo, incluso si discrepamos de ellas”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario