viernes, 4 de diciembre de 2009

Los neo-platónicos ( X )

 Por: José Arizala Posso

En anteriores artículos nos hemos referido a los dos primeros escenarios de la filosofía: el griego, el más amplio y profundo y el romano que la unió a la espada y al derecho. Ahora la filosofía se embarca en naves cargadas de ideas en dirección a la orilla opuesta del Mediterráneo. Enfilan sus proas hacia Egipto, el país del Sol, que cada día se segmenta en nuevos dioses que despejan la oscuridad de la noche e iluminan el conocimiento de la Tierra y  del Cielo. Los egipcios midieron por primera vez la redondez de la Tierra y volvieron a calcular con precisión los eternos giros de la Luna y del Astro Rey. La religión solar y monoteísta fue introducida por Akenatón en el siglo XIV a.de C.

Los griegos y romanos desembarcan en Alejandría, situada al borde del Río Nilo y del mar. Contribuyeron sus arquitectos a diseñar  la ciudad famosa, cuyo orgullo fue poseer – aún hoy -  una biblioteca de 700.000 volúmenes (papiros). Entre los libros que cubrían las estanterías de la biblioteca universal, estaban  los de Platón, que los alejandrinos  leían en el día y por las noches a la luz de las antorchas, aunque los nativos no parecían nacidos para filósofos, sino para sacerdotes, predispuestos para honrar el más allá.

Cuando la filosofía griega desciende en Alejandría pisa un suelo nuevo. Se despoja del criterio subjetivo que ha predominado en las escuelas posteriores a Sócrates (epicureísmo, estoicismo, escepticismo) y retorna a la filosofía platónica. “Tal es la fisonomía que toma la filosofía en los neo-platónicos, afirma Hegel, corriente que va íntimamente unida a la revolución operada en el mundo por el cristianismo” (Lecciones de historia de la filosofía. T.III, p.7, FCE. 1955).Dichos antecedentes han sido considerados por Hegel como una huída a la abstracción, la “absoluta pobreza de contenido determinado”, la satisfacción subjetiva, que ha llevado a la coronación del escepticismo. Por ello el regreso al platonismo no debe sorprender. Otra vez lo absoluto surge como un requisito que exige el desarrollo del mundo, el “espíritu del mundo”, para utilizar la expresión hegeliana.

De este salto atrás, de la reconquista de Platón, se aprovechará el cristianismo. La filosofía griega aparece como el gran puntal sobre el cual se erige la “filosofía cristiana”. El puente entre Atenas y Jerusalén,  lo construirá el platonismo, cuya sede, en los primeros tres siglos de la nueva era, estará en Alejandría, donde residen varios filósofos griegos pertenecientes a la Academia Platónica, algunos de los cuales serán considerados “padres de la Iglesia” cristiana. Desde entonces, filosofía griega y en menor grado, mitología griega, irán de la mano con el cristianismo, durante la nueva navegación del pensamiento que se inicia entonces.

San Pablo, judío , conocedor de la cultura griega, convertido al cristianismo, unirá  estas poderosas corrientes que, más el judaísmo, darán a luz a la civilización Occidental. Ocurre ahora el encuentro perdurable entre Grecia y Judea, entre Jesús y Platón. La Idea platónica (el Hacedor, el Demiurgo) se fundirá con el Dios revelado de los libros sagrados.

Platón se apoya en el logos de Heráclito, el fundamento del universo y de la razón. Y en la noción del nous de Anaxágoras, el pensamiento en general que lleva las riendas del cosmos y se manifiesta en la inteligencia humana. Pero serán las religiones monoteístas (en orden de aparición) la judía, la cristiana y la mahometana, las que hablarán de un Dios personal, creador de todo lo existente y cercano a la criatura humana, hasta el punto de aceptar el diálogo con ésta y escuchar la súplica de misericordia y de perdón.

El Dios de la filosofía griega es el espíritu puro y absoluto en sí y para sí que actúa. En él va implícito el principio de la evolución, del desarrollo. Lo ajeno al espíritu es algo finito y que se destruye. El espíritu marcha hacia lo particular, deja de ser algo simple, abstracto y se torna concreto con particularidades distintas, pero la presencia del espíritu vivo que llevan dentro de sí, origina la diferencia, la contradicción, permitirá los cambios, el  desarrollo de los seres finitos.

La conciencia subjetivizada anterior hará de lo absoluto su objeto, hasta llegar a la fe en Dios que ahora se manifiesta para la conciencia. Esto explica desde el punto de vista filosófico, la adoración y la contemplación de Dios. Se crea una relación en que Dios se halla en el más allá y el hombre en el más acá, en una aparente libertad.

Alejandría se ha convertido en un centro cultural de primer orden, sobre todo en la época de los Ptolomeos, donde confluyen religiones y mitologías de Oriente y Occidente. De ese ambiente participa la Escuela Alejandrina, convirtiéndose en la verdadera filosofía de entonces, aunque con vacilaciones y confusiones, con tendencia a la unilateralidad y al dogma. Por la parte griega, influenciada por Platón, Aristóteles y Pitágoras. “Entre la cultura superior aportado por los alejandrinos figura principalmente el sentido profundo de que la esencia absoluta debe ser comprendida como conciencia de sí”. (Ídem, p.29). Es decir, residiendo en la conciencia individual.

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