Mario Vargas Llosa, además de gran novelista, es un excelente ensayista. Entre los escritores de su generación, que es prácticamente la misma del boom literario latinoamericano, sobresale por su erudición. Ha logrado unir su talento de literato, una prosa vigorosa y en momentos hermosa, con una gran lucidez intelectual. Ha adelantado estudios académicos de literatura y letras, enseñado en importantes universidades, dictado conferencias en foros de la cultura mundial y como lo destacó la Academia Sueca del Nobel, posee un sentido político que le ha permitido la comprensión de las estructuras de poder, que ha reflejado en sus múltiples novelas y ensayos y piezas de teatro.
Su interés en la política ha llevado a Vargas Llosa, también, a participar en ella en forma decidida y entusiasta, hasta el punto de lanzar su nombre como candidato a la presidencia del Perú. Si bien podemos calificar algunas de sus tesis económicas como de derecha, sería un error englobar su pensamiento político en la reacción. En defensa de sus ideas liberales se ha pronunciado enfáticamente a favor de los derechos fundamentales del individuo, de la libertad de pensamiento y el respeto de los derechos humanos. Sus obras literarias se inspiran en un hondo humanismo y solidaridad social. Creo no exagerar si afirmo que Vargas Llosa es un profundo analista de las situaciones del mundo contemporáneo, un agudo observador de los dramas y encrucijadas de la modernidad capitalista, que se ha nutrido del colonialismo, de la explotación, de la desigualdad social y económica y de la opresión política, como lo afirma en su última obra El sueño del celta, Alfaguara, 2010. , uno de sus mejores trabajos literarios y políticos.
“Creo no exagerar si afirmo que Vargas Llosa es un profundo analista de las situaciones del mundo contemporáneo, un agudo observador de los dramas y encrucijadas de la modernidad capitalista”.
Demuestra como la llamada “barbarie africana” no es propia de los pueblos originarios de ese continente, sino que les fue impuesta como un cruel legado de las potencias coloniales europeas, emblemáticas de la civilización occidental y cristiana. Igual ocurre con la selva amazónica donde la empresa inglesa Peruvian Amazon Company, la tristemente célebre Casa Arana, condenaba a los indígenas de las diferentes tribus a la esclavitud más monstruosa en el proceso de extracción del látex, en las caucherías, sin límites geográficos, legales o éticos, iniciando de esta manera la destrucción de la selva virgen y arrasando con sus culturas. El escritor peruano calcula que murieron, principalmente en el Congo, bajo el reinado de Leopoldo II de Bélgica, 10 millones de personas, “casi como dos veces el holocausto judío. El primer gran holocausto moderno”.
El sueño del celta, no es estrictamente una novela, sino la biografía novelada de Roger Casement, personaje histórico que vivió entre 1864 y 1916. Vargas Llosa centra su relato en los años más dramáticos y decisivos de su vida, 1903 – 1916. Año en que muere en la horca por traición a la patria inglesa. En realidad era irlandés, que se entrega totalmente a luchar por sus ideas y principios, por causas dignas y nobles, merecedor de la admiración y el respeto de sus coetáneos y de todos los hombres que piensen con dignidad en cualquier lugar de la Tierra.
Casemet era un joven educado, apasionado e inteligente. Amante del género humano. Funcionario del Foreing Oficce. Tiene algo de misionero. Viaja al Africa. Desembarca en el Congo. Detrás de esa naturaleza imponente está El corazón de las tinieblas, de su amigo el escritor Joseph Conrad. Ve con sus propios ojos la terrible realidad de la colonia belga, oculta por las mentiras piadosas del Rey Leopoldo II, quien se hace regalar más de dos millones y medio de kilómetros cuadrados para sembrar en Africa la civilización y el cristianismo. Descubre que su verdadera patria, Irlanda, también es una víctima del colonialismo inglés. A la causa de la Independencia de Irlanda entrega su vida en el patíbulo. Los informes que escribió Roger Casement como producto de su dolorosa experiencia en el Congo y en el Putumayo, a instancias del gobierno británico, fueron conocidos en el mundo entero y acatados en sus recomendaciones. Muchos de los altos empleados de la Casa Arana fueron encarcelados y finalmente ésta se extinguió devorada por la selva.
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En una pequeñita alfombra voladora enviada por la Casa de Poesía Silva, leo este bello poema de Maruja Vieira sobre la PAZ.
Más allá de esta nube de ceniza / el hombre espera. / Espera que la sombra le devuelva / su herencia de esperanza, / su antiguo mapa tranparente.
El hombre quiere un poco de silencio / para que el hijo diga su primera palabra.
Esa palabra que nunca es “guerra”, / que nunca es “muerte”.
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