viernes, 23 de enero de 2009

La Autobiografía de Kelsen

Por: José Arizala


Las vidas de los profesores y tratadistas son, por lo general, monótonas y grises. De su estudio-biblioteca a la universidad, para regresar al mismo lugar de donde partieron. Sin embargo hay excepciones. Algunos profesores son más que eso. Comprometidos no sólo con sus alumnos sino con el contenido de lo que enseñan, hasta el punto que vida-teoría forman un todo.

Hans Kelsen dedicó su vida al Derecho, a reflexionar sobre el papel de éste en la sociedad, entendiéndolo como un abrigo en el cual los hombres pueden pensar, actuar y combatir, por la civilidad y la verdad. Todo indicaba que su vida iba a ser tranquila como la de la mayoría de los académicos. Pero dos circunstancias conspiraron para impedirlo: su inocente culpa de ser judío y los tiempos tormentosos que le correspondió vivir.

Kelsen fue al mismo tiempo checo, porque nació en Praga el 11 de octubre de l88l, austríaco porque creció y se formó en Viena y estadounidense donde recibió la nacionalidad. Allí, las principales universidades de ese país le abrieron las puertas, aunque Harvard no lo hizo de par en par. Por la persecución nazi se vio obligado a abandonar sus cátedras en Praga, Viena, Colonia, Ginebra, hasta que embarcó en Lisboa para Nueva York.


... encontró una amplia analogía entre el concepto del Estado y el concepto de Dios, analogía que también observó Hobbes mucho antes que Kelsen, al referirse al Estado como el “Dios mortal”.



En 191l ya consideraba que “el derecho es, conforme a su naturaleza, norma, y en consecuencia toda teoría jurídica tiene que ser teoría de las normas, doctrina de las proposiciones jurídicas y como tal doctrina del derecho objetivo” (2008,52). Ha encontrado la clave de su pensamiento jurídico futuro. Tiene 30 años. Busca “la imprescindible pureza metódica para la ciencia jurídica”, por ello reconoce en Kant el filósofo que la garantiza al subrayar la oposición del deber ser y el ser. Criterio que lo acerca a Hermann Cohen, quien preside la Escuela neo-kantiana de Marburgo. De ésta toma, sobre todo, su teoría del conocimiento. Le inquieta a Kelsen ver cómo las tesis jurídicas se ven perturbadas por las concepciones políticas y religiosas de los autores, de una manera consciente o inconsciente. De aquí surge su “Teoría pura del derecho” (1934).

Su reflexión sobre el derecho y la política lo llevó a reconocer el dualismo y la contradicción que existía entonces en la doctrina predominante, del derecho y el Estado, que fundamenta, a la vez, la oposición entre derecho subjetivo y objetivo y público y privado (2008,57). Kelsen tiene la convicción de que el derecho es uno solo, objetivo, que la sociedad y el Estado se unen para dar origen al derecho: “en lo esencial la idea de la unidad del Estado y del derecho, el derecho presupuesto solo como derecho positivo”. Al Estado dejaba de considerarlo como “ un ente sociológico independiente de todo derecho”. Sus investigaciones fueron literalmente más allá, encontró una amplia analogía entre el concepto del Estado y el concepto de Dios, analogía que también observó Hobbes mucho antes que Kelsen, al referirse al Estado como el “Dios mortal”.

En 1920, tres años después de la revolución Rusa, Kelsen escribió Socialismo y Estado sobre “la teoría política del marxismo”, según afirma. Pero permítanme dos observaciones al respecto: Marx no alcanzó a elaborar una teoría política propia. Su obra es esencialmente filosófica y económica y la segunda, que Kelsen no entendió la teoría de Marx sobre el Estado pues la confunde con la anarquista de Bakunin. Importante su estudio temprano contra el fascismo El problema del parlamentarismo, publicado en 1925. Su defensa de la democracia, desde el punto de vista jurídico, fue constante y persuasiva.

Kelsen descendía de una familia modesta. Su padre fue un “dependiente de comercio” que vendía lámparas eléctricas en Praga. Hans no ejerció su profesión de abogado, de una manera distinta a la cátedra y como consultor. Ejerció cargos muy altos, pero siempre en la sombra como asesor de ministros y presidentes e incluso del Emperador austro-húngaro, antes que éste desapareciera de la escena. No tuvo ni tiempo ni oportunidades para hacer fortuna pues no pudo asentarse en un lugar, hasta que al final de su vida la Universidad de Berkeley lo nombró profesor de tiempo completo e investigador. Por fin pudo comprar una “pequeña casa” frente a la bahía de San Francisco, desde donde contemplaba el océano Pacífico.

Esta autobiografía de Hans Kelsen (1889- 1973) se publica por primera vez en castellano, traducida por el profesor Luis Villar Borda, por sugerencia del Centro de Investigación Hans Kelsen de la Universidad de Erlangen. Con esta edición la serie de Teoría Jurídica y Filosofía del Derecho del Externado llega a su número 50.

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