viernes, 16 de diciembre de 2011

¿Educarse para qué?

Estamos en la época de la educación. Cuando los que nada sabemos queremos aprender para poder triunfar y sobrevivir en estos tiempos oscuros. Hay un culto por la educación, como si fuera una religión hacedora de milagros. Si tu tienes un buen diploma, puedes cambiar de status social, pasar del uno o dos al estrato cinco o seis. Te augurarán un porvenir brillante y placentero. Y es probable que lo logres. Se cree que el camino de la educación superior, difícil y complicado en las universidades serias, abre todas las puertas para el éxito y, tal vez, para la riqueza.

"La educación permite mirar la sociedad con otros ojos, saber lo que está bien, lo que merece ser cambiado, por lo que vale la pena luchar"


Pero la educación es algo más. Cambia tu vida en el sentido de que te permite mirar la sociedad con otros ojos. Te da una visión global del mundo, te permite comprender la complejidad  de tu tiempo, saber lo que está bien, lo que merece ser cambiado, por lo que vale la pena luchar. Para no seguir especulando, démosle la palabra a alguien  que ha profundizado en el tema. Por ejemplo a Inmanuel Kant, quien,  creía en el hombre, en su capacidad de cambiar y perfeccionarse:

“Tras la educción está el gran secreto de la perfeccionabilidad de la naturaleza humana. Es encantador imaginarse que la naturaleza humana se desarrollará cada vez mejor por la educación y que  ello se puede producir en una forma adecuada a la humanidad. Esto nos descubre la perspectiva de una especie humana futura más feliz.”

Hoy en Colombia, en Chile, en América Latina  la juventud libra una dura lucha por conquistar una educación de calidad, por romper los privilegios de clase que les permite a algunos alcanzar las cumbres del conocimiento, mientras otros se deben conformar con la mediocridad de sus colegios y “universidades”. También miles de bachilleres por más capaces que sean son excluidos cada año de los centros educativos. No se trata de una lucha  estéril. Los estudiantes han sido en todas partes una vanguardia que abre camino  al pueblo al andar. Los estudiantes colombianos en 1929 iniciaron el derrumbe de la hegemonía del partido conservador que ya duraba 45 años. El 8 y 9 de junio de 1954 desenmascararon el carácter reaccionario del régimen militar encabezado por el general Gustavo Rojas Pinilla. Doce jóvenes universitarios quedaron muertos sobre el asfalto de las calles bogotanas, sin que estos hubieran disparado un solo balazo, sin provocación alguna de su parte.

En la actualidad (fines de 20ll) los estudiantes  se han movilizado como nunca antes por el triunfo de sus reivindicaciones, por la ampliación indefinida de la cobertura que permita el acceso masivo  a los colegios y universidades del país y por algo verdaderamente revolucionario: exigir la educación gratuita para todos los jóvenes, cualquiera sea su condición social y económica. Debemos destacar que dichas manifestaciones y protestas se han hecho sin utilizar la violencia, buscando la unidad de las universidades públicas y privadas y esgrimiendo una argumentación seria y responsable que ha recibido el apoyo y la solidaridad de la opinión pública. 

De esta manera el nuevo movimiento estudiantil ha logrado derrotar la “ley 30  de 2011” que quería imponer una educación con fines de lucro y mantener los bajos presupuestos para el sostenimiento y desarrollo de la educación. Sorprende que los objetivos estudiantiles van más  allá de los gremiales y abarca temas como la financiación, autonomía y democracia, bienestar y calidad, libertades democráticas, universidad y sociedad. 

miércoles, 30 de noviembre de 2011

“La voluntad general” contra la monarquía (XXII)

Rousseau “descubre” el campo de la voluntad y por consiguiente del sentimiento; pasa el pensamiento de lo abstracto a lo concreto, a lo práctico, a lo jurídico, de tal modo que se establece la voluntad como base del pensamiento puro y se presenta a la conciencia como lo que hay de más íntimo en el hombre, o sea, la unidad del pensamiento consigo mismo, con lo que el hombre adquiere una fuerza infinita dentro de sí (Hegel, Lecciones de historia de la filosofía, FCE, 1955. Tomo III. Pág. 399).


 La aparición en el siglo XVIII de estas nuevas ideas, tanto las materialistas y naturalistas (...) contribuyeron a fortalecer la lucha de las nuevas fuerzas sociales, estamentos y clases, contra el régimen feudal”

Intuición profunda la de Rousseau, y lúcida explicación de Hegel sobre la voluntad, relacionándola con el sentido práctico del Derecho. Por ello la voluntad resulta la esencia de la condición humana hasta el punto que cuando el hombre renuncia a ser libre, renuncia, por tanto, a los derechos del hombre y a sus deberes. Los esclavos carecen de ellos. El problema fundamental del Estado consiste en encontrar una vinculación que ampare y defienda el poder común, la persona y la propiedad de todos sus miembros y en la que cada cual al incorporarse a él, no obedezca a nadie sino a sí mismo, permaneciendo, por tanto, tan libre como antes. La solución la expone Rousseau en  su libro “El contrato social” (1762), cuyo ingreso a este debe ocurrir voluntariamente.

El principio del contrato social por el cual la persona ingresa al ámbito del Estado no significa el abandono o el sacrificio de su libre voluntad, sino que, por el contrario, ésta “se constituye precisamente dentro de él (del Estado)”. La libertad del hombre no es pues natural, el don de la libertad no es libertad real, sino que es el Estado y sólo él quien realiza la libertad. Surge  la “sociedad civil”, que es diferente al estado de naturaleza. A esa libre decisión de los asociados de constituirse en Estado la llama Rousseau la voluntad general. No se trata de algo fortuito, sino de una voluntad racional, “de la voluntad en y para sí”. Sin embargo, no debe interpretarse como la voluntad de cada uno, como la integración de un conjunto de voluntades, sino de una voluntad racional, general , aunque  no se tenga conciencia  de ello. La libertad es el pensamiento mismo. La unidad  del pensamiento consigo mismo es la libre voluntad. Es el impulso que levanta la propia subjetividad. “El principio de la libertad se manifiesta en Rousseau  e infunde esta fuerza infinita al hombre, que se concibe a sí mismo como infinito.” (Hegel).

La aparición en el siglo XVIII de estas nuevas ideas, tanto las materialistas y naturalistas, que están dirigidas contra el dominio de la religión , que habla del origen divino de los reyes , del sometimiento del poder secular a la autoridad de la Iglesia, como el surgimiento impetuoso de la idea de libertad humana, en lo material  y en lo espiritual, contribuyeron a fortalecer la lucha de las nuevas fuerzas sociales, estamentos y clases, contra el régimen feudal. La filosofía y la ciencia se convierten, también, en armas contra la monarquía absoluta, la aristocracia y los terratenientes, conformando el principio de la soberanía popular. El adversario ideológico principal  de los  sectores sociales emergentes es la escolástica y su método metafísico. El pensamiento crítico va apareciendo, sobre todo a partir de Immanuel Kant, también  la nueva ciencia iniciada por Galileo y por Newton.  Estos avances en el conocimiento llevan  a inventar máquinas y nuevas ciencias,  como la mecánica moderna. Especial importancia tuvo el descubrimiento de la ley  de la gravitación universal, que condujo  a  un conocimiento cada vez día más profundo de la constitución de la materia.

Las nuevas ideologías, en un principio propiedad solo de las elites ilustradas , penetraron en sectores de la burguesía y  medios de la población, sobre todo del “estado llano” y plebeyos que, unidos  a la miseria y el hambre del pueblo  francés, estallaron en la revolución  de 1789 , que produjo el derrocamiento sangriento del antiguo régimen  y sentaron las bases de una nueva sociedad.

viernes, 18 de noviembre de 2011

La hora de preparar el cambio

Los  años de predominio del pacto de Realito comienzan a caer en la caneca de la historia. Un grupo de terratenientes y ricos empresarios se reunió el 23 de julio de 200l en dicha finca, para “Refundar la patria”. El medio : destruir los frentes guerrilleros que habían iniciado su accionar, por lo menos, a partir de la década de l960. Pero no contentos con ello los cruzados de Realito decidieron extender su respuesta sangrienta a toda la izquierda colombiana, fuera esta pacífica o violenta, liberal, populista o marxista, incluyendo como víctimas a periodistas, jueces, profesores universitarios, académicos.

La divulgación por parte de los izquierdistas de sus concepciones políticas y filosóficas y, por consiguiente,  de su lucha por tales objetivos, fueron señalados por los “refundadores” como subversivos y anti-patriotas. No faltó el alto funcionario del DAS que afirmara que “matar comunistas no es delito” y que ante la mirada cómplice de las autoridades se importara a  expertos  en atentados y masacres.


"... el proceso de cambio político e ideológico del pueblo colombiano continúa y se profundiza con el aporte de nuevas fuerzas" 

El primer gran golpe que sufrieron los complotados de Realito se los propinó la Corte Constitucional al negar la posibilidad de un tercer período presidencial de Uribe Vélez. El segundo, fue la elección de Juan Manuel Santos y el tercero, la derrota de muchos de los candidatos uribistas más prominentes, en las elecciones del 30 de octubre de 20ll y el triunfo en Alcaldías y Gobernaciones de dirigentes populares y progresistas, como Gustavo Petro y Sergio Fajardo. Estos hechos parecen despejar un tanto las sombras del paramilitarismo   y la corrupción que se han enseñoreado durante décadas en la vida nacional.

Un paso importante en la política colombiana ha sido la elección de Gustavo Petro como Alcalde de Bogotá. Triunfo que no surgió de la noche a la mañana, ni del mérito de una sola persona, sino de un gran esfuerzo del Polo Democrático Alternativo durante más de ocho años en que ha dirigido los destinos de la capital del país.  Incluyendo la brillante campaña presidencial del jurista Carlos Gaviria Díaz y la destacada labor de la alcaldesa Clara López Obregón.

El PDA ha aportado a las funciones de gobierno y por lo tanto a la política colombiana del último tiempo, un elemento nuevo de gran importancia : el esfuerzo por resolver el problema social que agobia a nuestra población : el hambre, el desempleo, la falta de atención médica adecuada, la educación de calidad y la participación popular en las decisiones de la democracia. Tal como lo reafirmara en su reciente campaña el candidato a la alcaldía, Aurelio Suárez. Lo bueno y lo mejor de la política del PDA ha sido el alto grado de realización y concreción   de su programa social logrado en Bogotá en sus años de gobierno.

Centenares de miles de bogotanos han reconocido la labor política de Gustavo Petro: su enfrentamiento al paramilitarismo y la represión, el desenmascaramiento de la corrupción del régimen uribista y de los hermanos Moreno Rojas, del Polo, su anhelo de cambio y de transformación como lo reiteró en   su discurso de agradecimiento a los electores que le dieron la victoria, y su propuesta de extender su Movimiento Progresista a todo el país.

Lo que  interesa  destacar es que el proceso de cambio político e ideológico del pueblo colombiano continúa y se profundiza con el aporte de nuevas fuerzas . Por ejemplo, en el gobierno de “Unidad Nacional”   de Juan Manuel Santos comienza a surgir una tendencia diferente a la actitud del  actual Presidente, encabezada por Angelino Garzón, dirigida a plantear el problema social como algo vital y necesario de resolver  para disminuir la tremenda desigualdad económica y social de los colombianos de ayer y de hoy. En mi opinión debemos  esperar una vasta alianza de las diferentes tendencias progresistas, entre las cuales estaría , desde luego, el Polo Democrático Alternativo.

viernes, 4 de noviembre de 2011

La filosofía prepara la revolución Francesa (XXI)

Si la filosofía de la Edad Media estuvo saturada de religión y de teología, la filosofía que prima en el mundo galo a partir del siglo XV destaca la fecundidad de la naturaleza. Incluso algunos de sus pensadores  que creen en Dios le conceden una determinación fundamental al reino natural. Robinet dice: “Hay un Dios, es decir, una causa de los fenómenos de ese todo a que damos el nombre de naturaleza”. Ignoran lo que es Dios y por ello podrían grabar en las puertas de sus templos las mismas palabras que se leían sobre el altar mandado a levantar por el Aerópago : “Al Dios desconocido”. La naturaleza es, pues, el único conocimiento posible. Después de muchos siglos, la filosofía comienza a abrir de nuevo sus puertas al materialismo de los presocráticos, que descubrieron el Ser. Ese ser infinito y armónico: el cosmos.


La nueva ola de la filosofía francesa comienza a revertir lo anterior y a ocuparse principalmente del derecho, del Estado y sus instituciones.”


También comprendieron que “el universo se mueve y perpetúa”. Que se extiende en el tiempo y el espacio como un ser vivo que contiene el germen de las cosas. En su libro Lecciones de la historia de la filosofía, Tomo III, pág. 393) Hegel cita a Hollbach, alemán que escribe en París, interpretando a su círculo de filósofos que se rebelaron contra lo existente ( Montesquieu, d’ Alembert, Rousseau ) . Cita que nos recuerda la filosofía más  antigua y que en ese momento del siglo XVIII constituye una ruptura con la tradición: “ El universo solo nos revela una infinita acumulación de materia y movimiento [ como Descartes] , una cadena ininterrumpida de causas y efectos, de cuyas causas algunas afectan directamente a nuestros sentidos, mientras que otras nos son desconocidas (esencias) {….} De la diversidad de esas esencias surgen las diferentes órdenes, géneros y sistemas que las cosas asumen y cuya suma global forman ese gran todo a que damos el nombre de naturaleza  . Y agrega Hollbach : “ La multiplicidad de los fenómenos de la naturaleza y su incesante nacer y desaparecer no tienen otro fundamento que la variedad de los movimientos y de su materia”.

Hegel sintetiza esta nueva tendencia del pensamiento en Francia con el nombre de razón,” por la que los más nobles de estos hombres combatieron con el mayor entusiasmo y el mayor calor”. Se elevó de esta manera la libertad de la convicción, de la conciencia moral “dentro de mí”. Los llevó a rechazar mucho de lo que había sido hecho “ bajo el signo de la cruz”, en el plano de la fe, del derecho, de la religión., “ Bajo el signo de la cruz había triunfado la mentira, el engaño, las instituciones habían ido acartonándose bajo este sello, hasta llegar a convertirse este signo en cifra y raíz de todo mal. Fue de este modo como, bajo otra  forma, se llevó a cabo la Reforma de Lutero ( pág. 397).

Por su parte los franceses, teóricamente, avanzaban en el materialismo y el naturalismo, tomando la sensación y la materia como lo único verdadero, colocándose así en una posición unilateral, hasta el punto de afirmar La Mettríe, todo pensamiento, toda representación solo tiene sentido si se le concibe de un modo material  : solo la materia existe.

La nueva ola de la filosofía francesa comienza a revertir lo anterior y a ocuparse principalmente del derecho, del Estado y sus instituciones. Montesquieu escribe un  hermoso libro El espíritu de las leyes que, al decir de Hegel,  contempla a los pueblos desde el grandioso punto de vista que consiste en considerar como una totalidad su constitución política, su religión, en una palabra, todo lo que se encuentra dentro de un Estado. Helvecio se acerca más a la intimidad del hombre y opina que toda su actividad, las leyes y el derecho tienen como base  exclusivamente el amor propio, el egoísmo. Será Juan Jacobo Rousseau quien planteará los temas decisivos, por ejemplo “¿Cuál es el fundamento del Estado?”  Al referirse al derecho de la dominación, la de gobernar y ser gobernado, afirma que “descansa históricamente sobre la violencia, la coacción, sobre la conquista, la propiedad privada  etc. (pág. 399). Pero Rousseau erige en principio de la legitimidad del Estado la voluntad libre de que el hombre se halla dotado en cuanto “la libertad es lo cualitativo del hombre.  Renunciar a su voluntad equivaldría a renunciar a su condición humana.

martes, 18 de octubre de 2011

¿Y si llega el populismo?

Estudiosos de la política de otros países, afirman que una de las causas de la ausencia de una izquierda de masas en Colombia ha sido la inexistencia en el pasado de un fuerte movimiento populista. Sin embargo, el populismo subsiste en la piel y el corazón del pueblo colombiano. La estela dejada por uno de sus líderes excepcionales del siglo XX, continúa viva. El recuerdo de su voz vibrante y certera que le habló de sus necesidades y angustias retorna en diversos momentos de su historia. Creo que hoy estamos viviendo  uno de ellos.


"Desde luego que lo mejor, antes que la revuelta, sería el fortalecimiento de las instituciones democráticas, la construcción de partidos (...). Pero estamos todavía lejos de ese objetivo".


La falta de partidos políticos durante muchos años que comienzan con el Frente Nacional ,en 1957. Que excluyó de la vida política institucional a los partidos  diferente a los tradicionales, liberal y conservador, la ilegalización del partido comunista durante la dictadura del general Gustavo Rojas Pinilla. La represión oficial que venía desde los últimos gobiernos conservadores, el surgimiento de los frentes guerrilleros, primero liberales y después, de inspiración popular y clasista,  las heridas y dolores de las víctimas de la violencia más implacable del continente americano, han creado las condiciones para el ascenso de una ola de inconformidad que puede llevar sobre sus hombros la figura del caudillo omnipotente. No sería extraño que un viejo o nuevo populismo renaciera y siembre su bandera en la cumbre del poder político.

Me parece que Angelino lo ha comprendido y querrá continuar el camino inconcluso hacia el poder popular. ¿Tendrá el coraje y la fortuna suficiente para lograrlo? No importa. Lo importante es que lo intente y por lo menos asuste a la oligarquía colombiana., como ya lo está haciendo. Apellidos ilustres ya lo llaman  el “adorable Angelino”, una buena ironía elitista o clasista.

Desde luego que no debe renunciar a la vicepresidencia de Colombia, pues la culpa no es suya, sino de quienes  lo candidatizaron y  de los millones de compatriotas que lo eligieron en la misma papeleta con el presidente Santos.

El populismo de que se acusa a Angelino, no siempre es negativo. Considero que tiene dos momentos. El inicial, cuando el grito o los planteamientos agitan a las masas, las despiertan del sopor y la resignación y el segundo, cuando se apodera del gobierno, hace a un lado algunas normas de la democracia y toma medidas  demagógicas que momentáneamente alivian las situaciones desesperadas, pero luego se convierten en amenaza para el desarrollo de la economía nacional.

Hoy los colombianos tenemos muchos motivos para la protesta. Indigna como los poderosos manejan el país: tales amos y señores, dueños de las tierras y las aguas, de los páramos , ríos y mares de la patria .Se sientan de etiqueta a devorar el  presupuesto de la nación, fijan los salarios de los trabadores, sus pensiones. El número de   camas y la forma de atención de los hospitales, si se le entrega a los enfermos los remedios para no morir, si aumentan o disminuyen la pobreza o la indigencia. Para no mencionar la corrupción de que se valen para su enriquecimiento ilícito.

Desde luego que lo mejor, antes que la revuelta, sería el fortalecimiento de las instituciones democráticas, la construcción de partidos, en los cuales reinen sus militantes, sus ideólogos, sus luchadores  firmes y honestos. Pero estamos todavía muy lejos de ese objetivo.

El respaldo que han recibido las reivindicaciones en favor de los trabajadores exigidas por el vicepresidente de Colombia, demuestra que se aceran días de luchas políticas y sociales que pueden llevarnos a estilos de gobiernos del vecindario. Los admiradores del largo gobierno de Uribe Vélez deben reconocer su descuido en resolver los problemas sociales y económicos del pueblo colombiano. Necesitamos la paz con justicia social.

miércoles, 5 de octubre de 2011

Ciclo de las crisis

El mundo pasa por una etapa de profundas crisis económicas y sociales y se teme que la crisis actual no solo se prolongue, sino que en el futuro surjan otras cada vez más severas y devastadoras.

Otros analistas, como llaman ahora a los comentadores de la coyuntura histórica, afirman que se trata de un fenómeno inesperado, casual y pasajero. Pero la realidad es distinta; de antaño, por lo menos desde 1824 – 25, las crisis económicas del capitalismo han venido sucediéndose, afectando a ricos industriales y financistas y sobre todo a millones de personas.

"¿Es posible suprimir las crisis en el capitalismo? Los marxistas afirman que no. Otros economistas, como Keynes, consideran que es posible evitarlas o por lo menos atenuar sus consecuencias más catastróficas..."

Quienes descubrieron y estudiaron las causas que las producen fueron dos alemanes, Carlos Marx y Federico Engels, quienes pasaron la mayor parte de sus vidas en Inglaterra, entonces considerada “el taller industrial del mundo”. Alemania era en el siglo XIX un país relativamente atrasado dentro del conjunto europeo.

Ernest Mandel (La formación del pensamiento económico de Marx. Siglo XXI Bogotá. 1980), sintetiza así el proceso evolutivo del pensamiento de este par de estudiosos y de luchadores sociales: “ de la crítica de la religión a la crítica de la filosofía; de la crítica de la filosofía a la crítica del Estado; de la crítica del Estado a la crítica de la sociedad, es decir, de la crítica de la política a la economía política, que culmina con la crítica de la propiedad privada”  (pág.3).

El principal aporte de Marx fue el filosófico que inicia con La introducción a la crítica de la filosofía del derecho de Hegel ( l844) y el de Engels, económico, con su libro La situación de la clase obrera en Inglaterra, publicado al mismo tiempo que el de Marx ( hijo de un magistrado de Renania), Carlos Marx llegará inicialmente al comunismo a través del análisis filosófico y político, Engels lo hará por su conocimiento  como administrador y accionista de una fábrica de textiles en Manchester, propiedad de su padre. Pronto Marx, por medio de Hegel, descubrirá la economía clásica inglesa, sobre todo a Adam Smith.

Al hacer el análisis de la producción capitalista, Marx y Engels, encuentran  un proceso cíclico de superproducción y parálisis de la economía, hasta un nuevo auge. En palabras más precisas, las crisis se producen periódicamente cuando aparece la contradicción entre las fuerzas productivas que avanzan y las relaciones de producción que restringen el consumo de los excedentes producidos durante la etapa de prosperidad, pues los trabajadores van perdiendo capacidad de compra por el desempleo y los bajos salarios.

Marx reprocha a Ricardo la incomprensión de la contradicción atrás anotada, “la tendencia del capital al desarrollo ilimitado de las fuerzas productivas y los límites estrechos impuestos por este mismo capital al consumo de las clases trabajadoras”. Marx aclara que la crisis puede ser general, por abarcar una buena parte del mundo y la mayoría de las ramas de la producción o parcial, dependiendo del grado de profundidad que haya tenido la contradicción mencionada, es decir, entre la producción social  y la apropiación privada de las mercancías.

 Las crisis  capitalistas que paradójicamente no surgen de la pobreza sino de la riqueza, se sucedían en los dos siglos anteriores aproximadamente cada 10 o 12 años. La mayor fue la de 1930. La actual que estalla en octubre de 2008 ha  sido una de las fuertes y prolongadas. Incluso hay el peligro que se repita sucesivamente, sumiendo al mundo en una prolongada recesión. Estas crisis vienen acompañadas de convulsiones sociales, agitación política, revueltas, guerras civiles o internacionales e incluso revoluciones, como lo presenciamos en la actualidad.

¿Es posible suprimir las crisis en el capitalismo? Los marxistas afirman que no. Otros economistas, como Keynes, consideran que es posible evitarlas o por lo menos atenuar sus consecuencias más catastróficas, gracias a la intervención oportuna y eficiente del Estado. Que basta regular la marcha de la economía, controlar los excesos del mercado, limar las protuberantes diferencias entre las clases sociales, suprimiendo la pobreza extrema y obtener mayores recursos con impuestos a las ganancias de los grandes capitales, para mejorar las condiciones de vida de la población.

En todo caso para lograr lo anterior se requiere realizar profundos cambios sociales, transformar las estructuras  económicas, no solo el modelo sino el sistema capitalista. Lo que no será fácil, sino producto de luchas sociales, ojalá pacíficas. El tiempo dará su veredicto final.

martes, 20 de septiembre de 2011

Literatura y derecho

Claudio Magris es uno de los mejores escritores contemporáneos. Nacido en Trieste en 1939. Especialista en germanística, catedrático de Lengua y Literatura Alemana  en las Universidades de Trieste y de Turín. Autor de estudios sobre Hoffman, Joseph Roth, Canetti, Rilke, entre otros. Recibió el Premio Príncipe de Asturias de Humanidades en 2004. Autor de varias obras de ensayos, entre las que se destaca El Danubio, un libro de viaje a lo largo del río legendario en que no solo  muestra el paisaje, sino que nos participa del enorme legado cultural de sus riberas y de la rica historia del centro de Europa, que le mereció su candidatura al Premio Nobel.

“... un texto denso y profundo que explica los conceptos de Derecho, Literatura y Ley, en un hermoso lenguaje, retomando ejemplos y citas de libros clásicos”

El título de uno de sus libros dice mucho de su carácter y aficiones, El infinito viaje, si le agregamos vivir y escribir. Se trata, pues, de viajes a la profundidad de las tierras y de los hombres, que hace suyas hasta convertirlas en escritura, en sabios relatos donde la realidad va envuelta en serena fantasía. “Poco a poco – dice Magris – el viajero descubre, está obligado a descubrir la fraternidad y el común destino del mundo […] La meta del viaje son los hombres: no se va a España o Alemania, sino entre españoles y alemanes”.

Claudio Magris pronunció en la Universidad Complutense de Madrid, en enero de 2006, la conferencia Literatura y derecho ante la ley que la Editorial Sextopiso, España, 2008, convirtió en libro, con prólogo del filósofo Fernando Savater. Es un texto denso y profundo que explica los conceptos de Derecho, Literatura y Ley, en un hermoso lenguaje, retomando ejemplos y citas de libros clásicos, formalizando una síntesis o, mejor, una simbiosis, entre jurisprudencia y poesía, que es la palabra que  empleaba Aristóteles para referirse a la literatura.

La primera frase de la conferencia es de Cervantes: “No es bien que los hombres honrados sean verdugos de los otros hombres”. El derecho es pues la condena del dolor infringido a los hombres y la ley, liberarlos de ese dolor. Sin embargo, Magris reconoce que no siempre la literatura da una respuesta adecuada a la infamia, sino que, a veces, aquella “parece invadida por una negación del derecho y de la ley”. Ofrece el ejemplo del poeta alemán Novalis quien afirma : “Yo soy un hombre totalmente ilegal; no poseo sentido ni la necesidad del derecho”.

La idea central del ensayo de Magris es la lucha interna que enfrenta el derecho desde sus inicios: el derecho natural y el positivista. Larga batalla que comienza en el suelo sagrado de Grecia, cuando el trágico Sófocles lo plantea en su obra Antígona, en la cual Creonte expide como ley estatal la prohibición de enterrar a sus enemigos y la decisión irrevocable de Antígona de hacerlo, cumpliendo la “ley no escrita de los dioses”. Sófocles muestra con claridad admirable el conflicto entre lo humano y la ley, es decir, entre el derecho y la ley, entre la norma positiva y los sentimientos y valores más profundos del espíritu humano.

Esta idea se prolonga en la historia. En el Digesto se afirma: “Se dice el derecho de muchas maneras: de una, cuando se  dice que el derecho es lo que en todo tiempo es justo y bueno, es derecho natural; de otra,  cuando el derecho se torna útil para todos o para la mayoría en cada ciudad, es derecho civil”.  Pocos como Cicerón lo afirman con mayor elocuencia y convicción: Existe la ley de la razón congruente con la naturaleza: “No es una en Roma y otra en Atenas, una ahora y otra después, sino una ley única eterna e inmutable que obliga a todos los hombres y para todos los tiempos…”

Las revoluciones del siglo XVIII hablaron de que todos los hombres nacen iguales y poseen derechos inalienables. “Cada vez que cualquier forma de gobierno atente en contra de conseguir esos fines, es derecho del pueblo modificarla o abolirla”. Magris cita a Carlo Antoni para exponer una interpretación de Marx sobre el derecho natural. Si bien para  éste  es la historia y no la naturaleza la que debe realizar la liberación, “sin embargo, permanece en el pensamiento de Marx, un ideal de personalidad humana realizado en su plenitud redimida de toda esclavitud y de toda barbarie”.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Las grandes ideas

Un artículo reciente del New York Times titulado “Adiós a las grandes ideas“ ha vuelto a esgrimir la tesis de que estas han desaparecido del escenario público, sustituidas por una información aplastante y pragmática. Sin duda que la información que recibe la población en todos los lugares de la tierra es excesiva, hasta el punto de impedir que reflexione sobre lo visto o leído, que pueda asimilar su contenido. Esta afirmación viene de atrás, desde el último tercio del siglo XX. Que ya no existen pensadores-guías y que las ideologías han muerto. Que ya nadie defiende y lucha por sus convicciones, de acuerdo con las diferentes concepciones del mundo.

“... aunque 'las ideas ya no son lo que eran', sigue siendo en mi opinión el impulso de los debates y de las revoluciones también en nuestros días”


El articulista agrega que incluso ideas de un calado inferior como “la teoría del Big Bang” o “el fin de la historia” o “la mística femenina” o el “Dios ha muerto”, no atraen la atención de importantes sectores de la opinión, para no decir que poco les importa. Desde luego, no compartimos la afirmación principal de Neal Gabler, su autor. No creemos que las ideas centrales de nuestra época hayan salido de las páginas y pantallas de los grandes medios de información, para no mencionar los innumerables periódicos y revistas especializadas que se ocupan de estos temas.Y mucho menos estén ausentes de la realidad actual. La verdad es que las ideas-guias del siglo XX siguen vigentes, expresándose de diferentes formas y grados con el apoyo de movimientos sociales y políticos nuevos, en la búsqueda, como antes, del dominio del mundo.

Los conflictos religiosos están vivos sino exacerbados. Las posiciones que defienden o critican el capitalismo y el socialismo, están a la orden del día, apoyándose en nuevas fuerzas que vienen de la ecología, del género, del color de la piel, de los opresores y oprimidos, de los pobres y ricos, de los partidarios de la represión o de los libertarios.Y estas luchas y enfrentamientos seguirán mientras que los problemas que los generan continúen existiendo.

Nos parece exagerada la opinión de Gabler de que ya las ideas no dan sentido a la información. Cómo negar, por ejemplo, que las propuestas progresistas del presidente Obama, han sido bloqueadas por una propaganda reaccionaria del Tea party, inspiradas en ideas autoritarias, racistas, plutocráticas, en esencia antidemocráticas, contradiciendo los principios liberales de los fundadores de la Unión Américana.

Sorprende la afirmación de Gabler de que ”las ideas pueden cambiar la forma en que vivimos, pero no la forma en que pensamos”. ¿Acaso las ideas no tienen un poder de transformar la sociedad, y a los individuos, al permitirnos comprender el mundo en que vivimos y por consiguiente cambiar nuestra misma forma de pensar? Si no fuera así entonces la historia carece de sujeto o de sujetos que piensan y actúan. “Lo que hay es escasez de pensadores”, dice el articulista del periódico estadoudinense,y reclama un nuevo Marx o un Nietszche rebosantes de ideas, contradiciéndose con lo anterior ¿si las grandes ideas ya no juegan el rol del pasado, para qué nuevos filósofos? Gabler tiene razón cuando denuncia que en muchos sectores se ha perdido la batalla ante la superstición, la fe y la ortodoxia, pero aunque “las ideas ya no son lo que eran”, sigue siendo en mi opinión el impulso de los debates y de las revoluciones también en nuestros días.


lunes, 29 de agosto de 2011

Leibniz (XX)

Gottfried Wilhelm (barón de) Leibniz nació en Leipzig en 1646. En un comienzo se dedica a estudiar jurisprudencia, matemáticas, física y filosofía. Finalmente buscó el doctorado en Derecho, pero la facultad de Leipzig no se lo concedió por ser demasiado joven. Según Hegel es posible que no lo lograra por sus enormes conocimientos en filosofía, “pues es sabido que los juristas sienten horror hacia esta disciplina”. Como muchos estudiosos de la época se entusiasmó por la alquimia, que conduce a un mundo arcano y misterioso. Vivió en París durante 4 años y también en Inglaterra y Holanda. En 1677 descubrió el cálculo diferencial. Promovió la fundación de la academia de ciencias de Berlín. Murió en Hannover en 1716, a los 70 años de edad.


 “En la Monadología Leibniz trató de explicar su teoría sobre la mónada, una de las más altas concepciones del idealismo, tanto que se le considera el primer idealista en sentido estricto.

Uno de sus primeros trabajos fue Nuevos ensayos sobre el entendimiento humano, para refutar a Locke. Su obra más sistemática es su Théodicée y tal vez la más famosa; escrita en forma popular, en la cual Leibniz “trata de justificar a Dios por los males de este mundo”. En el ensayo sobre Principios de la naturaleza y de la gracia, el filósofo alemán expresa sus principales hipótesis sobre la esencia del universo, partiendo de determinaciones metafísicas. Sintetizando su pensamiento, Hegel afirma: “la filosofía leibniziana es un idealismo de la intelectualidad del universo”. Contradice a Spinoza quien ha afirmado: “la existencia de la sustancia general y simple” y plantea la absoluta pluralidad de las sustancias individuales, a las cuales da el nombre de mónadas, expresión ya utilizada por los pitagóricos.

En la Monadología Leibniz trató de explicar su teoría sobre la mónada, una de las más altas concepciones del idealismo, tanto que se le considera el primer idealista en sentido estricto. Mónada en griego significa “unidad”. Expresa la unidad del mundo. Son sustancias simples e individuales, invisibles como si fueran átomos formales y no materiales. Sometidas a cambios internos cuando desarrollan sus posibilidades; autónomas, que reflejan el universo de un modo propio, particular. No se trata, pues, de átomos vacíos como los concebía Epicuro sino “formas sustanciales”, expresión propia de la escolástica. Comienzan por creación divina y terminan por vía de la destrucción. “La mónada es algo cerrado dentro de sí mismo, no puede salirse de sí misma ni otros pueden entrar en ellas”, por ello no pueden existir 2 cosas iguales manifestando el principio de lo “indistinto”. Lo interesante, lo profundo es la distinción determinada en las cosas mismas – dice Hegel – y agrega, en la sustancia misma va implícita la negatividad. Leibniz distingue 3 clases de mónadas: las inorgánicas, las orgánicas y las conscientes, lo que representa una clara exposición del orden del universo. La mónada es un  “mundo pequeño”, un “universo comprimido”.

Leibniz logra grandes progresos no sólo en la matemática sino también en la lógica. Afirma que las verdades descansan sobre 2 principios: el de contradicción y el de la razón suficiente. Este último significa que deben fundamentarse en el razonamiento, en la demostración. Es decir, “el principio de la razón consiste en que todo tiene su fundamento”, por consiguiente, en que lo particular tiene por esencia lo general. Hoy se considera a la razón suficiente como la cuarta ley de la lógica formal.

martes, 16 de agosto de 2011

Dos maestros

En los dos extremos del planeta nacieron dos grandes maestros de la literatura del siglo XX:William Faulkner, en los Estados Unidos de América y Vladimir Nabokov en el imperio ruso de los zares, más concretamente, en los Estados del Sur de EE.UU y en la medieval Riga, respectivamente. En cuna modesta el primero, aristocrática el segundo. Ambos escribieron novelas inolvidables, más profundo y leído Faulkner. Más elitista y superfluo Nabokov.

Javier Marías,  el novelista español, ha escrito un librito Faulkner y Nabokov, dos maestros  ( España, De bolsillo,2009), con el que tropecé casualmente. Se trata de breves apuntes sobre estos artistas del idioma. Trae una primicia notable, la traducción de Marías de la poesía de ambos, incluyendo a Nabokov, cuya lengua materna era el ruso y que cambió por el inglés, convencido de que nunca  vería sus ediciones en ruso, por lo menos mientras él viviera (así ocurrió), pues el régimen bolchevique parecía inexpugnable y eterno.

"El motivo de la publicación del librito de de que nos ocupamos son los centenarios del nacimiento de Faulkner en 1997 y de Nabokov en 1999. Cien años del nacimiento de un escritor es un largo período, pues muchos de ellos se opacan en el tiempo, cuando no desaparecen del  horizonte de los lectores"

El motivo de la publicación del librito de de que nos ocupamos son los centenarios del nacimiento de Faulkner en 1997 y de Nabokov en 1999. Cien años del nacimiento de un escritor es un largo período, pues muchos de ellos se opacan en el tiempo, cuando no desaparecen del  horizonte de los lectores. Pocos son los que permanecen, aunque algunos  llegan a incrementar su importancia y su prestigio.

Marías afirma que algunas tendencias literarias predominantes cuando él escribe, acusan a Faulkner de varón, blanco, anglosajón, machista y desde luego de estar muerto. El hecho de que haya recibido el premio Nobel de 1950 lo protege  de sus enemigos gratuitos y lo mantiene en las librerías de todo el mundo. Al mismo tiempo anota Marías que escritores notables como Cabrera Infante, García Márquez, Onetti, Rulfo, Vargas Llosa, Borges, lo elogiaron  como un verdadero creador.  

Navokov fue un escritor un tanto raro, debido a la trayectoria de su vida. Emigró al extranjero después de la Revolución de Octubre.  Se convirtió en nómada por toda Europa hasta que desembarcó en la Unión Americana donde adquirió la nacionalidad.  La obra que lo hizo famoso y otra vez rico fue su novela Lolita. La historia de un hombre mayor que se enamora perdidamente de una “nínfula”, de una niña entre 9 y l4 años. Agregando una nueva palabra,  Lolita, al vocabulario amoroso.

Lolita fue rechazada por editores y gobiernos por “inmoral”, pero la calidad y belleza de su estilo finalmente se impuso. Marías afirma que “esta es una prueba de que la lengua en que un escritor  escribe  es de gran importancia, pero no determinante”. Navokov no necesitó escribir en su idioma nativo para ser un gran escritor, capaz de crear relatos a la altura de los mejores del siglo, “superiores a los de Hemingway o Cortázar”.

Agregamos una breve muestra de su poesía: “AÚN SIGO MUDO” / Aún sigo mudo – y me hago fuerte en el silencio./Las remotas crestas de futuras obras, entre/ las sombras de mi alma están  aún escondidas/ como cimas de montañas en la niebla antes del alba.

“¡Yo te saludo, mi inevitable día! / La amplitud, variedad y luz del horizonte/ aumentan; y al primer paso resonante/ asciendo, colmado de delicia y espanto.” Crimea, 1919

martes, 26 de julio de 2011

Izquierda latina

La izquierda latinoamericana, una de las más activas del mundo actual,  ha recibido un inesperado golpe con la grave enfermedad del presidente venezolano, Hugo Chávez. Mientras agitaba y dirigía su pueblo, un cáncer silencioso socavaba el interior de su cuerpo vigoroso y desafiante. Después de Fidel Castro, se ha convertido en el jefe de esta tendencia política en el subcontinente. No solo era el caudillo de Caracas, sino que su influencia  impulsaba cambios económicos y sociales en países como Bolivia, Ecuador y Nicaragua.

Chávez propaga en el vecindario lo que él denomina “el socialismo del siglo XXI”, apoyándose en la riqueza petrolera de su país. Surge la pregunta   de cuál sería el destino de Venezuela en el caso de un desenlace fatal del  líder socialista. ¿Existirán hoy  cuadros capaces de llevar adelante la revolución bolivariana y de conducir el partido socialista con la suficiente lucidez y carácter, para llevar a la práctica sus objetivos transformadores?

“La crisis mundial es tan profunda y vasta que algunos comienzan a preguntarse si no presenciamos el surgimiento de un nuevo sistema social...


Con excepción de Brasil, varios países latinoamericanos cuyos gobiernos se reclaman de izquierda, no han logrado todavía dibujar un camino claro y varios partidos de la misma tendencia carecen de una línea política definida, como ha ocurrido en el caso colombiano. El déficit ideológico en algunos de ellos es notorio, y se han dejado permear por la corrupción y el individualismo caudillista. En términos más precisos, podemos decir que viven del día a día, arrastrados por los acontecimientos o sea que su accionar depende de una táctica a corto plazo y no de un pensamiento estratégico.

Sin embargo, nunca antes la izquierda continental había gozado de tanta simpatía de sus pueblos como en esta década inicial del siglo XXI. Para lograr en el futuro  un triunfo popular se requiere una fuerte lucha a favor de la democracia, previa unión de las fuerzas que marchan en la misma dirección, oponerse al dominio de gobiernos oligárquicos, impulsar una  profunda reforma agraria, el fortalecimiento del sindicalismo y la equidad social.

No hay duda de que la actual crisis global ha despertado a centenares  de millones de personas que hoy expresan  serena o airadamente su descontento con muchas de las “democracias” gobernantes, como ocurre en la Europa capitalista y se enfrentan  a los despotismos  del norte de África y del Medio Oriente.

Semejante a los acontecimientos de mayo de 1968, la juventud encabeza hoy  movimientos de masas que reclaman libertades reales y nuevos modelos económico-sociales capaces de resolver el problema más urgente y decisivo, el del desempleo. Por ello exigen “ ¡La democracia real ya!”. El grito parece contradictorio pues se entona en países donde la “democracia liberal” ha reinado durante muchos años, con elecciones libres que eligen sus gobernantes en fechas indicadas en la Constitución. No obstante las dificultades crecen y se tornan más dramáticas e insoportables. No se trata solamente de cuestiones económicas sino de  una crisis que afecta sus existencias por todos los flancos, produciéndoles desazón y angustia.

En España, Francia e Italia, para no hablar de Grecia y Portugal las manifestaciones se agigantan. No han sido convocadas por determinado partido, sino por jóvenes anónimos a través de los medios electrónicos, de facebook, twitter, etc,  Están académicamente bien preparados ,  han estudiado por años y muchos tienen un diploma bajo el brazo. Desvirtuando la tesis de que la educación es el camino del éxito y de un futuro seguro y digno. Pertenecen a diferentes clases sociales. Algo semejante comienza a ocurrir en los EE.UU.

La crisis mundial es tan profunda y vasta que algunos comienzan a preguntarse si no presenciamos el surgimiento de un nuevo sistema social de nombre desconocido, distinto al capitalismo. 

viernes, 15 de julio de 2011

Claves Literarias

En los últimos años, la academia sueca ha acertado más que en otras ocasiones en la escogencia de los escritores que merecían el Premio Nobel. Destacamos a José Saramago (Portugal), en 1998; J. M. Coetzee (Sudáfrica), en el 2003; Doris Lessing (Gran Bretaña), en el 2005; Orhan Pamuk (Turquía), en el 2006; Mario Vargas Llosa (Perú), en el 2010.

John Maxwell Coetzee es novelista y ensayista. En algunas de sus obras combina estos dos géneros, como ocurre en el tercer tomo de su autobiografía Verano. Pero en esta ocasión nos referiremos a Mecanismos internos (Mondadori. Colombia. 2009), que recoge sus ensayos escritos entre el 2000 y el 2005 e incluye desde Beckett y Bellow hasta Márai y Whitman, pasando por Faulkner y García Márquez. Como el título del libro lo sugiere, su objetivo es descomponer, separar, desvelar las tendencias, los estilos, las estructuras de que están construidas las obras de los grandes maestros. Resulta útil para quienes aspiran a seguir el camino de las letras, para los estudiantes de literatura o simplemente para los que gozan de los placeres de la palabra. Un gran escritor hablando de sus pares o estrictamente contemporáneos o que ya han sido consagrados por la crítica y la fama.

"(Este libro) resulta útil para quienes aspiran a seguir el camino de las letras, para los estudiantes de literatura o simplemente para los que gozan de los placeres de la palabra."

Poco sabíamos de Italo Severo, Robert Walter, Bruno Schulz, Hugo Claus, N. Gordimer, V. S. Naipaul. Los lectores de Coetzee ya habíamos leído sus ensayos anteriores, Costas extrañas, publicados entre 1986 y 1999, en que se ocupa de algunos de los clásicos como Daniel Defoe, Rilke, Kafka, Dostoievsky, Borges, Musil. Algunos de estos textos fueron en un comienzo conferencias o reseñas para el prestigioso New York Review of Books.

En Mecanismos internos, se ocupa, además del análisis de sus obras, del relato de sus vidas, trágicas para algunos o de varios familiares cercanos, como el caso de la esposa de Svevo, que vivió escondida durante los años de la Segunda Guerra Mundial (era judía) y de otros que fueron fusilados por los nazis. Se ocupa de W. G. Sebald, de quien ya hemos hablado en esta columna a propósito de su libro Camposanto, que resulta la revelación de un gran escritor hasta entonces desconocido para nosotros. El análisis de las obras incluye el de su tiempo, convulso y violento, que muestra el esfuerzo que exige la destrucción de ese mundo vivido y el nacimiento de otro, sin que podamos decir que este nos promete una existencia más tranquila y bondadosa.

Walter Benjamin es el autor de Los pasajes, un libro extraño y complejo que se inspira en el descubrimiento de Baudelaire de los bulevares parisinos (en este caso, bulevares internos) y de un nuevo personaje que podíamos traducir torpemente como el veedor o el novelero, para quien los grandes almacenes se convierten en escenarios de un andar que estimula al ocio y al consumismo y que muestra el reinado del mercado. Libro plagado de citas de otros autores, intercalados con sus propios pensamientos epigramáticos, en que condensa la economía capitalista de entonces (1938) y las nuevas formas de ver ese mundo.

William Faulkner (Falkner es su verdadero apellido) visto por sus biógrafos es uno de los mejores ensayos de Coetzee. Nadie había descrito como aquel el profundo Sur de EE UU con tal prosa, brillante e incisiva, aunque en algunos momentos ampulosa. La luz de agosto es una de las grandes novelas del siglo XX: “Una clase de novela que él inventó, con sus inigualables recursos retóricos para enlazar pasado y presente, memoria y deseo” (Coetzee).

Coetzee dice del estilo de nuestro Premio Nobel: “Su estilo verbal suele ser ágil, enérgico, innovador y muy característico de él”. Destaca la deuda que García Márquez tiene con el escritor japonés Yasunari Kawabata, autor de la novela corta La casa de las bellas durmientes (1961). Un anciano todavía alucinado por el sexo de las bellas jóvenes que duermen tranquilas a su lado, de bocas anhelantes. Muestra la cercanía de Memoria de mis putas tristes con su novela anterior El amor en los tiempos del cólera.

domingo, 3 de julio de 2011

Filosofía del lobo (XIX)

Thomas Hobbes nació en Masnelbury en 1588 y murió en 1679, es decir, 90 años después. Contemporáneo de la Revolución Inglesa y de la dictadura de Cromwel. Su reflexión sobre estos graves acontecimientos en Inglaterra lo convirtió en filósofo del Estado y del Derecho, uno de los mayores de la historia.

Su poderosa mente quiso abarcarlo todo, desde la lógica y la física hasta el funcionamiento de los órganos humanos. Realizó un análisis profundo de la sociedad, elaboró principios que permanecen como guías para comprender la conducta de los individuos y de los pueblos.

"Para Hobbes, resulta claro que los hombres no pueden permanecer en el estado de naturaleza, sino salir de él y alcanzar un estado jurídico". 

El espacio que le dedica Hegel a Hobbes en su historia de la filosofía es corto. Pero plantea en breves párrafos lo esencial del pensamiento de este creador de una nueva visión del hombre y del Estado. Fue el autor de una de las máximas más certeras sobre los seres humanos: “homo homini lupus” (el hombre es un lobo para el hombre). Señaló el estado de naturaleza como el primer estadio de los seres humanos en el umbral de la historia, donde predominaba la lucha de uno contra todos y de todos contra uno, la ambición incontenible de dominar unos a otros, de sobreponer el apetito y el impulso de cada uno al de los demás, hasta el punto de afirmar que la igualdad de los hombres se manifiesta en la capacidad para matar al otro.

Escribió una panorámica de la filosofía, Elementos de filosofía. Su primera parte, De corpore, sobre la lógica y la metafísica y la mecánica, fijándose en las relaciones entre el movimiento y la magnitud. En la segunda parte, de la naturaleza del hombre, De homine, y la tercera del Estado, De cive. Su libro más famoso El Leviathan (1651), que fue prohibido, a mi manera de ver no ha sido suficientemente estudiado, a pesar de que la bibliografía sobre Hobbes no deja de crecer.

“La sociedad y el Estado son para Hobbes, lo absolutamente supremo y lo sencillamente predominante por encima de la ley y la religión positiva” (Hegel. Lecciones sobre la historia de la filosofía. T. lll p. 332. FCE. 1955). Como los lectores comprenderán esto era algo inusitado y todo lo contrario a lo aceptado hasta entonces, que no se compadecía con lo enseñado en las sagradas escrituras y el Derecho vigente. Al restarle autoridad a la religión cristiana y al Derecho positivo, pretendía Hobbes reducir la comunidad del Estado y la naturaleza del poder político “a principios que se hallan dentro de nosotros mismos y que reconocemos como propios”, lo que significa que surgen dos principios contrapuestos: la obediencia pasiva de los súbditos al rey (o al regente o soberano), cuya voluntad se torna absoluta y que se sustrae a “toda otra ley”, y el razonamiento que contiene nuestras propias determinaciones y que se llama “la sana razón”.

Lo anterior contrasta con las continuas citas de La Biblia que hace Hobbes en sus escritos, por ejemplo, el leviatán, que es en la sagrada escritura “la mayor de todas las bestias”, la utiliza para referirse al Estado. Esta obra es, sin duda, uno de los alegatos más serios que se han escrito a favor del absolutismo. La igualdad de los hombres no surge de su fortaleza, sino de la igual debilidad de todos ellos. Su debilidad debe ser compensada por el poder del Estado, capaz de rechazar la fuerza del otro con la fuerza del soberano. Entonces “el origen de toda sociedad civil hay que buscarlo en el temor mutuo de todos”. Su raíz profunda se funda en el egoísmo. Así asegura la vida, la propiedad y el goce. Son fines puramente terrenales, que no toman en cuenta, como en los tiempos modernos, la libertad del espíritu o la dignidad y la autonomía de los hombres, sin embargo, al estado de naturaleza opone el estado de razón, consistente en que el hombre se sepa dominar y sepa dominar sus impulsos inmediatos. Para Hobbes, resulta claro que los hombres no pueden permanecer en el estado de naturaleza, sino salir de él y alcanzar un estado jurídico. La manera principal para ello es acatar la ley de la razón que no es otra que la defensa de la vida propia para ganar y salvaguardar la paz.

martes, 14 de junio de 2011

Venecia, el Tintoretto

La ciudad sobre la laguna y el mar. El Tintoretto, uno de los mayores pintores del Renacimiento italiano, cuyos pinceles todavía actúan en las catedrales y palacios de la ciudad encantada que, como sabemos, imperceptiblemente se hunde. ¿Tendremos algún día que descender a sus aguas profundas para rescatar sus tesoros, como si fuera una nave naufraga?

Estoy leyendo dos ensayos del filósofo francés Jean-Paul Sartre. El primero publicado en la revista Les Temps Modernes, en 1957. El segundo en Verve, en febrero de 1953, que luego formarán un pequeño libro de Gallimard, titulado El secuestrado de Venecia, en 1964. Ahora la editorial española Gadir los entrega como Jean-Paul Sartre. Venecia, Tintoretto, (Madrid. 2007), ilustrado con algunos de los mejores cuadros de Jacopo Tintoretto, a todo color y belleza, con sus grandes contrastes de colores vivos como en “El robo del cuerpo de San Marcos”.

La idea inicial del filósofo fue escribir una obra extensa,  omnicomprensiva, que nunca terminó y finalmente dedicó más bien a Flaubert. Sartre afirma que Venecia no es propiamente una ciudad, sino un archipiélago de pequeñas franjas de tierra que se contemplan entre sí. El buscaba frenéticamente “la Venecia secreta de la otra orilla”, cargada de palacetes principescos que “salen” del agua, pues resulta imposible creer que “flotan”.

La tesis central de la obra es que el Tintoretto no habría existido sin la ciudad que lo engendró. Sartre llega por primera vez a Venecia en 1933 y desde entonces clavó sus ojos en este pintor, que en la verdad de su tiempo, no fue otra cosa que un artesano genial. No era difícil descubrirlo puesto  que sus cuadros y lienzos están en las iglesias, palacios y muros de la ciudad. Comprendió de inmediato la estrecha ligazón de ambos, haciendo del Tintoretto, “una encarnación épica de la modernidad”, según la expresión del prologuista Francisco Calvo Serraller. Para Sartre Jacopo Rubiste fue “un rebelde”, una categoría de hombre y de artista admirable que se enfrenta, sí es necesario, a la sociedad de su tiempo. Nadie mejor que Sartre, papa del existencialismo francés, para realizar este proyecto de sintetizar en esa vida toda una época.

El texto de Sartre no es rico en datos sobre la vida y la obra del pintor veneciano. Antes que una biografía es un análisis del alcance de su obra y de su carismática personalidad. Un tanto “fantasmal”, porque también representa la decadencia de la ciudad a partir del siglo XVIII. El autor hace un extraño símil entre Jacopo y el mar . Relaciona el carácter  inestable del pintor con las mareas, peligros y tempestades y su anclaje definitivo en Venecia y como víctima de la crisis económica que golpeaba por entonces a “esa ciudad  mercantil”.

Jacopo Rubiste (1518 – 1594) fue un hombre conflictivo, desleal y ambicioso. Se enredó en numerosas disputas con sus colegas. Tuvo que competir con los más destacados pinceles del Renacimiento, entre otros, con el Tiziano, Rafael, Miguel Ángel, Veronese, Vocellio. Venecia fue una potencia marítima, comercial y militar que extendió su influencia por todo el Mediterraneo, desde las columnas de Hércules hasta el Bósforo e incluso en las mareas del Mar Negro. Fue una de las primeras ciudades europeas donde surgió el capitalismo, lugar de transición  de la aristocracia a la burguesía. Sartre coloca al Tintoretto en una clase social intermedia, la pequeña burguesía.

Fue propietario de un taller de arte pictórico, donde laboraban  obreros  y aprendices, para satisfacer los numerosos encargos que recibía por parte de la Señoría veneciana, de los ricos mercaderes y de las familias patricias. “Como pequeño burgués, la gran burguesía lo atraía”. Sus admiradores y la posteridad lo llamaron “genio”, una palabra nueva en Europa.

Estos cortos estudios están escritos en una prosa  bella y  profunda, cargada de insinuaciones, de rasgos de la ciudad y sus días, de reflexiones, de pinceladas sobre los grandes artistas y personajes de la época, hasta el punto que resulta a ratos difícil de seguir. Se trata, desde luego, de un homenaje a la ciudad bella y húmeda, considerada la Reina de los Mares, mucho antes que a Inglaterra. Las aguas que separaban y envolvían sus islas despertaron en sus habitantes una vocación  de amor al mar y a emprender  viajes hasta los más lejanos confines de la Tierra.

jueves, 2 de junio de 2011

Conversaciones de Borges y Sábato

Estos dos grandes escritores argentinos ya han muerto. Ernesto Sábato hace pocos días. Hoy quizá se encuentren en alguna parte y hablen como aquel año de 1975. No fue entonces en un café de la Recoleta (en el Victoria, por ejemplo) como yo hubiera preferido que lo hicieran, sino en un apartamento de la calle Maipú, en donde vivía Jorge Luis Borges con su madre enferma. El escritor Orlando Barone tuvo la feliz idea de reunirlos para grabar sus conversaciones en Diálogos Borges-Sábato (Emecé. Buenos Aires. 2007).

Borges ya está ciego, apenas enfatiza sus palabras con movimientos de las manos o de la  cabeza y expresiones en su rostro de complacencia o de ansiedad. El silencio de la sala solo se interrumpe levemente a la hora del café, para Borges; del whisky para Sábato. El trato es cortés y respetuoso, pero se alcanzan a ver las cenizas de antiguos pequeños incendios. Dos excelentes escritores con estilos y pensamientos bien distintos. Excluyeron la política, donde sus diferencias son mayores.

Los temas principales fueron la palabra, el idioma, la literatura, la metafísica o la dialéctica, los sueños o los átomos. Por ejemplo Sábato afirma: “Todo lo grande de nuestro tiempo salió de la filosofía de Hegel”. La religión es un  tópico constante de estos dos ateos. Para mi sorpresa, Borges, el gran poeta, el prosista sin par, resulta más agnóstico que Sábato, físico en París y Massachusetts. Sábato: “Pero dígame Borges, si no cree en Dios, ¿Por qué escribe tantas historias teológicas?”. Borges: “Es que creo en la teología como literatura fantástica, es la perfección del género”. Pero también logran aproximaciones alrededor de la poesía, del recuerdo de relatos de viejas civilizaciones, en la admiración del milagro humano, en ese futuro que terminará inevitablemente con la muerte. A veces, brota espontáneamente la ironía cuando se burlan de algunos colegas de todos los tiempos, de sus pompas y vanidades.

“¿Cuando ustedes escriben qué sienten?” pregunta Barone. Sábato confiesa de inmediato: “Un desgarramiento”, No es para menos en el autor de novelas  El túnel, Sobre héroes y tumbas. Borges tampoco vacila: “Es un alivio, me ayuda a olvidarme de mi mismo o de mi circunstancia”. No sufre buscando el tema. Este se impone. Ve el principio y el fin de la isla del cuento, pero ignora lo que hay entre estos. Poco a poco lo descubre. El fulgor de la poesía aparece, digo, como una joya surgida del misterio. El cuento, según Borges: “Tiene que dar en pocas palabras una idea total y poética, exige un mayor poder de concentración y una total perfección”. Sábato: “En cambio la novela es un continente”. Para los dos escritores existe una misma novela suprema: el Quijote de Cervantes, “tan interesante como la novela La Biblia”. Sábato subraya: “El Quijote es una obra genial, una de las dos o tres más geniales obras que se han producido jamás”.

Incursionan brevemente sobre los estilos de la escritura. Sábato es categórico: “De todas las formas de contar, la más falsa es la naturalista. Porque la realidad es infinita y el naturalismo no puede abarcarla”.

Veo que Usted Sábato, es un especialista en sueños. Todos lo somos. Sin embargo, conozco personas que no han soñado nunca, agrega Borges. Los dos ancianos hablan a menudo de la muerte, incluso del suicidio. Sábato señala que “el suicida aspira con su acto a liquidar el Universo”. Las palabras los unen. Los silencios los separan.

martes, 24 de mayo de 2011

Algo o mucho anda mal

La idea de una sociedad en la que los únicos vínculos son las relaciones y los  sentimientos que surgen del interés pecuniario es esencialmente repulsiva.
                                                                                                                John Stuart  Mill.

Tony Judt murió en 2010, poco tiempo después de escribir Algo va mal (Taurus. Colombia. 2010). Nació en Londres en 1948. Enseñó en las universidades de Cambridge, Berkeley, finalmente en la de Nueva York. Una terrible enfermedad aprisionó su cuerpo y paralizó parte de él. Su mente continuó lúcida hasta el final. Políticamente fue un socialdemócrata  de izquierda.

Este libro es producto de su reflexión sobre el mundo actual donde las cosas no van nada bien. Trata de encontrar las causas de las crisis que a todos nos afectan y que pronostican un futuro difícil, cargado de temores. Cuando el capitalismo estaba en pañales, más o menos en el siglo XVI, en la sociedad se abrió una inmensa confianza en la iniciativa individual. Nace el “hombre económico”, el individuo que dedica todas sus energías al trabajo, al desarrollo de la producción, de la riqueza, al incremento del capital.

"Los nuevos jefes de Estado, Reagan, W.Bush, Clinton, Thatcher,  Blair, Brown, descomponen con sus políticas el régimen del Estado del bienestar..." 

Algunas capas sociales unen la religión con el capitalismo, como lo hicieron los comerciantes e industriales del cristianismo calvinista. Para estos, quienes se enriquecían con el trabajo honrado, los elegidos por el Señor, lograrían la salvación eterna. Un filósofo marxista de las primeras décadas del siglo XX, Walter Benjamín, afirmó que los ideólogos del capitalismo habían convertido sus teorías en  una nueva religión, porque este era capaz de realizar milagros al solucionar los problemas de la población: erradicar el hambre, la pobreza, la ignorancia y lograr la libertad, la cultura, la paz y el bienestar.

Evidentemente la empresa privada crea riquezas incontables, pero también produce desequilibrios catastróficos. El Estado fue colocado en el “cuarto de san Alejo”, por anticuado e inservible. A comienzos del siglo XX comenzó a reaparecer tímidamente, sobre todo después de la “gran depresión” . El gobierno estadounidense, presidido por Franklín Delano Roosevelt lanzó la iniciativa del New Deal  para contener y superar la crisis de los años 1929 – 1933, que englobó al mundo. Se trataba de una crisis económica  como la había pronosticado Carlos Marx en El Capital.

Roosevelt apela a la intervención del Estado, a la planificación de sectores importantes de la economía, para combatir el desempleo y reanimar la producción. Lo que es considerado por los más destacados economistas de su tiempo, principalmente los exiliados de Europa Central que huían del nazismo, como un grave error. Pero las medidas tienen éxito. El teórico que está detrás de este renacimiento económico es el británico John Maynard Keynes que formulará la política anticíclica y hará un nuevo examen del capitalismo moderno. Keynes concibe el Estado como un instrumento moderador que puede evitar los desajustes de la economía capitalista y reducir los peligros de una nueva crisis global. De esta manera el Estado de Maquiavelo recupera su papel protagónico. Keynes no cree en la auto regulación del mercado ni que “la mano invisible” sea capaz de colocar las cosas en su lugar y darle a cada cual lo que necesita o se merece.

Luego de la II Guerra Mundial, en 1945, viene un nuevo auge de la producción, se acrecientan los capitales  hasta el punto que se puede redistribuir el ingreso de los impuestos y los excedentes del trabajo social a través del Estado del bienestar y del Estado Social de Derecho. El apetito de los grandes capitalistas  aumenta cada día más. Dan de baja las disposiciones restrictivas del mercado, las leyes y decretos reguladores de las inversiones, de  la propiedad inmobiliaria, etc. Las transacciones se oscurecen, nadie sabe lo que está pasando debajo de las cifras, de las fusiones, ya la codicia no tiene límites. Se regresa a las viejas teorías económicas. Ahora se llaman neo-conservadoras, neo-liberales. Los nuevos jefes de Estado, Reagan, W.Bush, Clinton, Thatcher,  Blair, Brown, descomponen con sus políticas el régimen del Estado del bienestar y se crean las condiciones para la aparición de una crisis económica profunda y prolongada, que afecta sobre todo a los trabajadores y enriquece más aún, a gerentes y ejecutivos de las grandes empresas, en la cual todavía nos encontramos.  

lunes, 2 de mayo de 2011

Locke según Hegel (XVIII)

John Locke retoma el tema de Francis Bacon y de René Descartes: la reflexión sobre la verdad, como consecuencia de la crisis de la filosofía, ocurrida a finales de la Edad Media y en el comienzo de la nueva época que hemos denominado la Modernidad. El nacimiento de nuevas ciencias o el replanteamiento de algunas de ellas, como la astronomía, la física, la geografía, la economía, ponen en tela de juicio las “verdades eternas” de la Escolástica y los principios filosóficos que la sustentan.

¿El universo es tal como lo describe el Antiguo Testamento y por consiguiente el  conocimiento solo tiene una fuente verdadera que es la revelación divina o la mente humana es capaz de captar y comprender el mundo material y la naturaleza humana?

"Para Hegel, la filosofía de Locke es uno de los momentos fundamentales de la formación del espíritu"

Descartes había dado el paso decisivo, se pregunta: ¿existe un punto de apoyo a partir del cual podemos estar seguros de que  nuestra sensación o  nuestro razonamiento son verdaderos? Sí, responde. Es  la conciencia humana,  el cogito, el pensamiento. Solo existe lo que está en mi conciencia. ¿Pero como llega a nosotros ese conocimiento? A este problema , que es uno de los más arduos y difíciles de la filosofía se enfrenta John Locke.  

Rechaza las ideas platónicas, únicas y eternas, que según lo creído hasta entonces persisten en el espíritu humano . Acepta lo afirmado por Bacon de que nuestro saber es resultado de la experiencia, transmitida por los sentidos.  Locke profundiza esta intuición baconiana, ahondará  en la reflexión sobre el proceso del conocimiento. Para ello se apoya en los hechos  registrados por la razón.

Los filósofos pre-modernos, partían de la base  de que  una sola sustancia conformaba lo existente, tesis que reafirmará Spinoza, haciendo de lo general lo fundamental. Como hemos señalado,  Descartes escinde lo creado en dos substancias diferentes: el pensamiento y lo físico, dando lugar al dualismo filosófico.  Lo existente deja de ser único y hegemónico. Para Descartes  con la dualidad del ser surge la diferencia y  por consiguiente, lo negativo. La aceptación de lo negativo y de su papel en los procesos, fruto de lo individual y lo finito, tendrá una enorme importancia, recuperando la dialéctica su juego diverso y múltiple, el poder transformador del pensamiento y la materia, tesis que desarrollará precisamente  el sistema hegeliano. Estos avances del saber originan un gran interés por lo contrario, lo opuesto,  lo sensorial,  lo limitado, lo inmediatamente existente.

Están dadas las premisas para que Locke pueda afirmar que  no existen “ideas innatas”. Nada hay en la mente humana antes de la experiencia. La mente es una especie de tabula rasa vacía de todo contenido y que va llenándose con lo que llamamos experiencia. Parte de las percepciones singulares hasta llegar al concepto, es decir, a lo general. “Por consiguiente para Locke lo general  es lo deducido, el resultado, lo hecho por nosotros, lo que pertenece simplemente al pensamiento como algo subjetivo” (Hegel. Lecciones sobre la historia de la filosofía. T. III p. 318 FCE. 1955). Su desarrollo consiste en revelarse a la conciencia.

Kant  observa que la fuente de las representaciones generales no es precisamente lo individual, como creía Locke, sino el entendimiento. Para Hegel la filosofía de Locke es fácilmente comprensible, una filosofía popular a la que se une toda la filosofía inglesa. Sin  embargo, la considera como uno de los momentos fundamentales de la formación del espíritu. “Las ciencias en general y en particular las ciencias empíricas  deben su origen precisamente a esta trayectoria del pensamiento” . Resulta muy interesante la observación de Hegel de que los ingleses llaman filosofía a una serie de principios acerca de la economía del Estado, como el principio del libre cambio y a los pensamientos  necesarios y útiles. Rechazan el método escolástico que parte de principios y definiciones. Les interesa más las leyes físicas, las fuerzas, la materia en general, por ello consideran a Newton  como el filósofo por excelencia.

John Locke nació en Inglaterra en 1632. Estudió en Oxford, haciendo a un lado la Escolástica y, por su cuenta, aprendió la filosofía cartesiana. Se hizo médico pero no la ejerció como profesión. Vivió en Alemania, Francia, Holanda, donde encontró asilo y protección, pues fue víctima de persecución política y  expulsado por Jacobo II de Inglaterra. Después de la revolución de  1688 regresó a su país.  Murió en octubre de 1704, a la edad de 73 años.